Jul 21 2020
Nuestros pensamientos no son la realidad
Uno de los aspectos que trabajamos en terapia es la gestión del pensamiento, pues nuestras emociones dependen en gran parte del significado que damos a las experiencias de nuestra vida.
A veces confundimos nuestros pensamientos con la realidad.
¿Os ha pasado alguna vez que al cabo de un tiempo véis diferente un hecho que en otro tiempo os inquietó? El hecho no cambió, pero sí el significado que tiene para nosotros.
Muchas veces tenemos dificultades para dejar nuestra mente libre del ruído mental respecto a algo que nos preocupa, dificultándonos centrarnos en el aquí y ahora de nuestra experiencia. Nos preocupamos constantemente por algo con la sensación de que así nos estamos ocupando, pero paradójicamente la misma preocupación y la activación emocional relacionada no nos permiten conectar con una solución creativa al respecto.
La defusión del pensamiento
La defusión del pensamiento es una técnica útil para manejar el flujo de pensamientos que llegan a nuestra mente y regular la activación emocional.
Existen diferentes modalidades, pero la lógica subyacente es encontrar alguna forma de observar nuestros pensamientos desde fuera, como algo que puede simplemente transitar por nuestra mente sin quedarnos “enganchados” a ellos.
No podemos impedir que un pensamiento aparezca, pero sí podemos elegir no alimentarlo, dejarlo marchar.
Una de las modalidades que más trabajo en terapia es utilizar la visualización de un río, centrándonos en los sentidos y la experiencia de estar de pie en la orilla, observando el flujo de pensamiento como la corriente de agua fluyendo enfrente de nosotros pero sin entrar en ella.
Propongo entonces convertir cada pensamiento en una hoja que cae en el río y lleva la corriente, perdiéndose en el horizonte, y volver a los sentidos y a la observación de la respiración.
Y así con cada pensamiento que venga, o cuántos vengan.
Podemos elegir dejarlos marchar.
Jul 28 2020
sexo o discutir
Una pareja me explicaba que el otro día estuvieron discutiendo. Y se dejaron de hablar durante un rato, y lo paradójico es que esto sucedió durante una relación sexual (que no acabó en tal)
Cuando les pregunté por los detalles, cada uno culpaba al otro que no estaba haciendo nada para mejorar la relación, que el otro /a de forma consciente le hizo daño, en rasgos generales me explicaron que el “otro/a fue un desconsiderado/a, un/a egoísta, se burló de él. Siempre va a su ritmo…” Había enfado y resentimiento en el ambiente.
En este punto le pedí que explicaran cada uno de ellos la escena, pero en primera persona, y que entraran en los detalles de cómo se habían sentido, y que estaban pensado. El otro miembro de la pareja tenía ahora el rol de escuchar, posteriormente cambiarían sus turnos.
Ella empezó diciendo que estaban en la ducha juntos y ella quiso hacer un movimiento de acercarse a él para tener un rato de conexión, intimidad y sexo. Se puso de espaldas a él, se acercó el máximo posible a su pecho y empezó a frotarse. Como en muchas otras ocasiones. Empezaron a moverse, y percibió que él ya iba a penetrarla, pero ella pensó que necesitaba más tiempo y quería jugar un rato más. Se giró de golpe, le cogió la mano y le dijo que “tenía otras rutas para tocar”. Él retiro la mano. Ella se sintió rechazada, ignorada. Se giró de espaldas muy enfadada.
Él explicó que hacía días que tenía ganas de sentirse cerca de ella, y cuando ella se acercó percibió que a ella le apetecía. Se excitó y se apretó contra su amante, creyó que ella estaba muy excitada y acercó aun más su pene a su mujer, para seguir jugando un rato más. Cuando ella se giró de golpe, le cogió la mano, se la puso en el pecho y le dijo “te voy a enseñar nuevas rutas”, le ofendió porque creyó que se estaba burlando de él. Al girarse de espaldas su pareja, le puso una mano en la cintura para intentar seguir conectados, pero ella no le devolvió el abrazo y le molestó.
Cuando se escuchan las dos partes de una historia puedes ver que ambas son responsables de la situación, que ninguno tiene la “razón” sino que cada uno se mueve en sus interpretaciones (o malas interpretaciones) y siente según éstas, por lo que su conducta va en coherencia. Cuando ambos miembros de la pareja pudieron entender el significado de la conducta del otro, y la emoción que motivó a ésta, pudieron ponerse en la piel del otro, Desapareció el enfado y fueron conscientes que cada uno hace lo que puede para conectar con la pareja y para cuidarse a la vez.
Es interesante que en diversos contextos las mujeres reaccionan y les afecta ante la sensación y miedo al rechazo y los hombres sienten miedo a la vergüenza, a no saber cumplir, a fracasar. NO quiero decir que todos los hombre so mujeres reacciones igual ante las mismas cosas. Como siempre va a depender de su historia personal, de sus recursos, de sus aprendizajes….
Reflexión:
¡Cuántas veces un intento de acercarse al otro/a acabo en una sensación de frustración y decepción! Y muchas de ellas es por no entender las conductas y necesidades de la otra persona.
Creo que puede ser muy útil interiorizar que tu interpretación no es la realidad. Vale más la pena y lleva a menores discusiones preguntar “¿qué quieres decir con esto?”, ¿o Qué necesita?
Otro aspecto a tener en cuenta, es pensar que tu pareja no es el enemigo, posiblemente su conducta (sea más acertada o menos) posiblemente es la forma que tiene para “conectar” contigo con sus recursos
Otro aspecto que puede ser útil en una discusión es hablar en primera persona, de tus emociones y la conducta que no te ha gustado. Quizá sea más fácil llegar a entenderse.
eva aguilar
psicologa General sanitaria y terapeuta sexual
By Eva Aguilar • Terapia de pareja, Terapia Sexual •