Dic 6 2014
Navidad, culpa y comida
Llegan las navidades y cómo no, las celebraciones y comidas familiares, de empresa, de amigos… Unas cuantas, sí, pero sobretodo unas cuantas seguidas y demasiado juntas como para que el cuerpo tenga tiempo de reponerse antes de acometer la siguiente celebración.
Hay quien no tiene problema, y come lo que quiere y puede, sin cortapisas y en abundancia. Frente a esto, o se tiene un metabolismo fantástico e hiper veloz que quema todo lo que se le pone por delante, o no se quema tanto pero no hay problema con que la figura se ensanche o… se hace lo que se puede comiendo y lidiando con la culpa por los quilos que habrá de más, y por haber aparcado del todo esa dieta que tanto cuesta seguir.
Es entonces es cuando ha de imponerse el sentido común. Y éste desaparece con el argumento de “Ya que me paso, lo hago a conciencia. No viene de aquí, pasado Reyes vuelvo a la dieta”. Y cuando los Reyes ya se han ido no hay quien pueda mirar la báscula cara a cara. Hay que encontrar el punto medio: ni dejar de disfrutar estas fechas ni lanzarse sin paracaídas al abismo de la glotonería.
Es cuestión de compensar los excesos y de entrada, hacer de más y de menos, aún comiendo de todo. Es importante jugar con las cantidades, así se puede disfrutar de todo sin pasarse y sobretodo contrarrestar con las otras comidas del día. Si la celebración es al mediodía, esa noche cenar fruta (dos piezas, una pieza más un yogur o una macedonia) y tomar mucho líquido a lo largo del día. De esta forma mantendremos activo el mecanismo de eliminación y llegaremos a la mesa más llenos. Y si se trata de la noche, al mediodía comer ligero, una ensalada, fruta y poco más. Y dar paseos, al menos andar, ya que el gimnasio y el deporte esos días suelen quedar bastante aparcados.
Se trata de disfrutar sin que la culpa nos amargue el momento, pero compensando, de manera que tras las fiestas la báscula no haya subido demasiado. Ese es el objetivo. Se aparca la dieta. Sabemos que no vamos a perder, pero asumido eso, la culpa ya no tiene razón de ser, así que ¡A disfrutar!
Dic 7 2014
Sí puedes evitarlo!
“No puedo evitarlo”, “es imposible”, “llevo toda la vida igual”, “lo he intentado demasiadas veces”, “mi problema no tiene solución”, “soy un caso perdido”…. Cuántas veces escuchamos este tipo de expresiones en consulta! Personas que se etiquetan como “incapaces” de superar una situación que les genera malestar y dejan que su vida esté en manos de cualquier circunstancia menos de ellos mismos.
Por qué aún sabiendo que algo nos hace mal, nos sentimos incapaces de cambiarlo? Porque “No hacer” también nos protege y puede generarnos beneficios a corto plazo. Cuál es el beneficio de no hacer nada ante un problema? La respuesta es sencilla: si no haces nada probablemente no te expongas a la equivocación, no tengas que tomar decisiones, no tengas que esforzarte ni ser responsable de ti… en definitiva, una persona que no hace es una persona que no se siente responsable de si vida y tiene miedo al cambio, miedo a pasarlo “peor”, por eso permanece en la situación conocida, aunque ésta sea mala.
Sin movimiento no hay cambio, permaneceremos en la zona de confort; ya lo dice el refrán :“más vale malo conocido que bueno por conocer”. El problema de “no poder” y “no hacer” es que ese beneficio dura muy poco, un corto plazo que progresivamente alimenta una actitud de derrota, de pesimismo y acaba generando un lastre que, tarde o temprano, termina en crisis.
Disfunciones sexuales, dependencias emocionales, adicciones, situaciones que no cambian y que generan este sentimiento de frustración e impotencia: nunca superaré mi problema sexual, no puedo dejar a mi pareja, me siento incapaz de dejar de consumir… o simplemente incapaz de cambiar una situación que limita y molesta.
Estos bloqueos emocionales suelen indicarnos temas profundos no resueltos que se relacionan con asignaturas pendientes del pasado. En consulta, cuando analizamos con el cliente en qué otras situaciones de su vida sintió emociones similares a las del síntoma presente, y cómo aprendió a hacer frente a ellas, con frecuencia descubrimos que en algún momento “no hacer” fue una estrategia que le ayudó a sobrevivir (desde un punto de vista emocional) y ese aprendizaje fue consolidándose a través del tiempo, convirtiéndose en la única estrategia para afrontar la adversidad.
El ser humano necesita conocer el significado de su síntoma para promover el cambio. Comprendiendo por qué “no hacer” nos ayudó en el pasado, podemos modificar el bloqueo del presente. Cada síntoma nos dice algo de nuestra historia vital. La terapia te ayudará a resolver todos estos bloqueos y a salir de ese malestar. No olvides que las crisis son fantásticas oportunidades de cambio y transformación que pueden reforzarnos y ampliar nuestros recursos. Deja de juzgarte, tú sí puedes, conoce por qué aprendiste a sentirte incapaz y dá el primer paso para tu proceso de cambio.
By Alicia Romero • Sin categoría •