Nov 9 2012
noviembre 2012
Nov 7 2012
YO ME MASTURBO
Autoerotismo femenino o masculino: placer sin coito
La Masturbación femenina y masculina
Hablar de sexualidad cuesta, pero más aun de masturbación. Y todavía más raro es hablar de autoerotismo femenino. No es un tema de conversación entre amigos y menos entre padres e hijos.
Definición:
- · Amor a uno mismo
- · Procurarse placer en solitario (aunque también se le puede hacer a otro).
- · Autoerotismo: placer sin coito
- · Nuestro cuerpo es un instrumento musical que tocándolo puede sonar música. Es una melodía diferente que cuando se toca en orquesta o grupo.
Somos individuos sexuales desde que nacemos hasta que morimos. Y a veces tenemos pareja para compartir esta experiencia. ¿pero por qué no también cuando estamos solo, aunque tengamos un compañero sexual?
Este Autoplacer debería estar dentro de nuestro repertorio sexual, debería ser normal. Autoerotismo, autodescubrimiento, placer a uno mismo., no vergonzante.

70% de los casados tienen conductas de placer individual
“Los chicos tiene la suerte q tiene el pene a mano, por casualidad o no se tocan disfrutan y descubren desde muy pequeños el placer del roce. La mayoría de veces rápidamente (luego se puede convertir en un problema = eyaculación rápida)”.
Luego de mas mayores quizá lo hagan en grupo.
La iglesia no ha ayudado mucho, como no es un acto reproductivo ha sido mal visto, y para conseguir erradicar esta conducta recurrían al miedo como : caída de pelo, de los dientes, causa impotencia, esterilidad, volvía loco a quien lo hacía. La religión hoy en día tiene menos influencia en las casas, pero hemos llegado a interiorizar lo aberrante de este acto que cuando vemos a un niño pequeño tocándose el pene o una niña la vulva lo primero que recibe es un “manotazo” y una frase del tipo “no toques eso guarro”. “”eso es de niñas cerdas” . ¡¡¡UFFF , fijate que forma de conocer la sexualidad!!!
En otras culturas como Somoa y algunas zonas de Japón, se valora muy positivamente esta práctica, tanto que los padres enseñan y facilitan esta práctica a sus hijos (no tengo datos de si lo hacen también con las chica)
Para qué sirve:
- · Es un ejercicio de libertad
- · Da placer
- · Libera tensión, ayuda a relajarse , Si se consigue el orgasmo, el cerebro produce endorfinas
- · Ayuda a conocerte, saber qué te gusta y saber qué pedir
- · Es sano
- · Ayuda a descubrir un orgasmo
- · Si Tienes ganas y tu pareja no,
- · No haber llegado a orgasmo durante el coito
- · El sexo llama al sexo
- · Fortalecer musculatura pélvica, y como hay mayor circulación de sangre ayuda a oxigenar los labios vaginales y en pene
· En momentos que es perjudicial o no posible la penetración es una actividad para seguir sintiendo placer
Observaciones:
¿Cómo iniciarse en este arte?, Actividad que mejora con la practica. Yo recomendaría primero buscar un espacio donde se esté tranquilo/a y solo, para no añadir presiones añadidas con la compañía o por estar pendiente de nuestra autoimagen. Posteriormente descubrir como es nuestro cuerpo, sin prisas y sin buscar conseguir orgasmos, sino conectar con el placer. Posteriormente descubrir como son los genitales,, acariciarlo (es más fácil hacerlo con la saliva o con algún lubricante que si es en base acuosa mejor). En el caso de la mujer tocar, presionar el clítoris , de formas diferentes para saber cómo te gusta. Y en otros momentos se puede descubrir introducir un dedo …)
También está bien cambiar las posturas, la forma en que se practique para ampliar el repertorio de formas que se recibe el placer. Esto puede ser muy útil cuando se tiene una pareja para tener mas opciones de juego y de satisfacerse o satisfacer.
No existe una forma correcta ni una frecuencia recomendable. Cada persona ha de descubrir. El hombre y la mujer sanos comen cuando tiene hambre.
Otro aspecto a tener en cuenta es tener en cuenta que el sexo llama al sexo. Si practicamos diferente momentos de placer es mas fácil que tengamos mas ganas.
A personas que acuden a terapia por temáticas sexuales en muchas ocasiones se le proponen actividades individuales de auto placer para conocerse, practicar conductas, para descubrir que aspectos les gusta y cuáles no.
NO es una obligación, no se está obligado a practicarla si un no quiere (solo faltaría). Pero también me gustaría plantear la reflexión que a veces negamos algo simplemente porque no lo hemos probado.
Si te apetece saber más sobre el tema, te invito a leer un libro que es su momento fue toda una revolución en los años 70 “Dodson, Betty – Sexo para uno-literatura erotica” . Fue una pionera que durante años trabajó para que la masturbacion fuera algo normalizado y vivido como una forma de “quererse”. Organizó talleres , charlas, congresos siempre con el mismo fín que la gente practicara desde el placer el SEXO PARA UNO
Nov 19 2012
Cuento para volver a empezar después de la ruptura de pareja
“La isla de las emociones” de Jorge Bucay
Hubo una vez una isla donde habitaban todas las emociones y todos los sentimientos humanos que existen. Convivían, por supuesto, el Temor, la Sabiduría, el Amor, la Angustia, la Envidia, el Odio… Todos estaban allí. A pesar de los roces naturales de la convivencia, la vida era sumamente tranquila y hasta previsible. A veces la Rutina hacia que el Aburrimiento se quedara dormido, o el Impulso armaba algún escándalo, pero muchas veces la Constancia y la Conveniencia lograban aquietar el Descontento. Un día, inesperadamente para todos los habitantes de la isla, el Conocimiento convocó una reunión. Cuando la Distracciónse dio por enterada y la Pereza llegó al lugar de encuentro, todos estuvieron presentes.
Entonces, el Conocimiento dijo:
–Tengo una mala noticia que darles: La isla se hunde.
Todas las emociones que vivían en la isla dijeron:
–¡No, cómo puede ser! ¡Si nosotros vivimos aquí desde siempre!
El Conocimiento repitió:
–La isla se hunde.
–¡Pero no puede ser! ¡Quizá estás equivocado!
–El Conocimiento casi nunca se equivoca –dijo la Conciencia dándose cuenta de la verdad–. Si él dice que se hunde, debe ser porque se hunde.
–¿Pero qué vamos a hacer ahora? –se preguntaron los demás.
Entonces, el Conocimiento contestó:
–Por supuesto, cada uno puede hacer lo que quiera, pero yo les sugiero que busquen la manera de dejar la isla… Construyan un barco, un bote, una balsa o algo que les permita irse, porque el que permanezca en la isla desaparecerá con ella.
–¿No podrías ayudarnos? –preguntaron todos, porque confiaban en su capacidad.
–No –dijo el Conocimiento–, la Previsión y yo hemos construido un avión y en cuanto termine de decirles esto volaremos hasta la isla más cercana.
Las emociones dijeron:
–¡No! ¡Pero no! ¿Qué será de nosotros?
Dicho esto, el Conocimiento se subió al avión con su socia y, llevando de polizón al Miedo, que como no es zonzo ya se había escondido en el motor, dejaron la isla.
Todas las emociones, en efecto, se dedicaron a construir un bote, un barco, un velero… Todas… salvo el Amor.
Porque el Amor estaba tan relacionado con cada cosa de la isla que dijo:
–Dejar esta isla… después de todo lo que viví aquí… ¿Cómo podría yo dejar este arbolito, por ejemplo? Ahh… compartimos tantas cosas…
Y mientras las emociones se dedicaban a fabricar el medio para irse, el Amor se subió a cada árbol, olió cada rosa, se fue hasta la playa y se revolcó en la arena como solía hacerlo en otros tiempos. Tocó cada piedra… y acarició cada rama…
Al llegar a la playa, exactamente desde donde el sol salía, su lugar favorito, quiso pensar con esa ingenuidad que tiene el amor:
“Quizá la isla se hunda por un ratito… y después resurja… ¿por qué no?”
Y se quedó durante días y días midiendo la altura de la marea para revisar si el proceso de hundimiento no era reversible…
La isla se hundía cada vez más…
Sin embargo, el Amor no podía pensar en construir, porque estaba tan dolorido que sólo era capaz de llorar y gemir por lo que perdería.
Se le ocurrió entonces que la isla era muy grande, y que aun cuando se hundiera un poco, siempre él podría refugiarse en la zona más alta…Cualquier cosa era mejor que tener que irse. Una pequeña renuncia nunca había sido un problema para él.
Así que, una vez más, tocó las piedritas de la orilla… y se arrastró por la arena… y otra vez se mojó los pies en la pequeña playa que otrora fue enorme…
Luego, sin darse cuenta demasiado de su renuncia, caminó hacia la parte norte de la isla, que si bien no era la que más le gustaba, era la más elevada…
Y la isla se hundía cada día un poco más…
Y el Amor se refugiaba cada día en un espacio más pequeño…
–Después de tantas cosas que pasamos juntos… –le reprochó a la isla.
Hasta que, finalmente, sólo quedó una minúscula porción de suelo firme; el resto había sido tapado completamente por el agua.
Justo en ese momento el Amor se dio cuenta de que la isla se estaba hundiendo de verdad. Comprendió que, si no dejaba la isla, el amor desaparecería para siempre de la faz de la Tierra…
Caminando entre senderos anegados y saltando enormes charcos de agua, el Amor se dirigió a la bahía.
Ya no había posibilidades de construirse una salida como la de todos; había perdido demasiado tiempo en negar lo que perdía y en llorar lo que desaparecía poco a poco ante sus ojos.
Desde allí podría ver pasar a sus compañeros en las embarcaciones. Tenía la esperanza de explicar su situación y de que alguno de sus compañeros lo comprendiera y lo llevara.
Observando el mar, vio venir el barco de la Riquezay le hizo señas. La Riqueza se acercó un poquito a la bahía.
–Riqueza, tú que tienes un barco tan grande, ¿no me llevarías hasta la isla vecina? Yo sufrí tanto la desaparición de esta isla que no pude fabricarme un bote…
Y la Riqueza le contestó:
–Estoy tan cargada de dinero, de joyas y de piedras preciosas, que no tengo lugar para ti, lo siento… –y siguió su camino sin mirar atrás.
El Amor siguió observando, y vio venir a la Vanidaden un barco hermoso, lleno de adornos, caireles, mármoles y florecitas de todos los colores. Llamaba muchísimo la atención.
El Amor se estiró un poco y gritó:
–¡Vanidad… Vanidad… llévame contigo!
La Vanidad miró al Amor y le dijo:
–Me encantaría llevarte, pero… ¡tienes un aspecto!… ¡estás tan desagradable… tan sucio y tan desaliñado!… Perdón, pero creo que afearías mi barco––y se fue.
Y así, el Amor pidió ayuda a cada una de las emociones. A la Constancia, a la Sensualidad, a los Celos, a la Indignación y hasta al Odio. Y cuando pensó que ya nadie más pasaría, vio acercarse un barco muy pequeño, el último, el de la Tristeza.
–Tristeza, hermana –le dijo–, tú que me conoces tanto, tú no me abandonarás aquí, eres tan sensible como yo… ¿Me llevarás contigo?
Y la Tristeza le contestó:
–Yo te llevaría, te lo aseguro, pero estoy taaaaan triste… que prefiero estar sola –y sin decir más, se alejó.
Y el Amor, pobrecito, se dio cuenta de que por haberse quedado ligado a esas cosas que tanto amaba, la isla iba a hundirse en el mar hasta desaparecer.
Entonces se sentó en el último pedacito que quedaba de su isla a esperar el final…
De pronto, el Amor escuchó que alguien chistaba:
–Chst-chst-chst…
Era un desconocido viejito que le hacía señas desde un bote de remos.
El Amor se sorprendió:
–¿A mí? –preguntó, llevándose una mano al pecho.
–Sí, sí –dijo el viejito–, a ti. Ven conmigo, súbete a mi bote y rema conmigo, yo te salvo.
El Amor lo miró y quiso darle explicaciones:
–Lo que pasó fue que yo me quedé…
–Entiendo –dijo el viejito sin dejarlo terminar la frase–, sube.
El Amor subió al bote y juntos empezaron a remar para alejarse de la isla.
No pasó mucho tiempo antes de ver cómo el último centímetro que quedaba a flote terminó de hundirse y la isla desaparecía para siempre.
–Nunca volverá a existir una isla como ésta –murmuró el Amor, quizá esperando que el viejito lo contradijera y le diera alguna esperanza.
–No –dijo el viejo– como ésta, nunca.
Cuando llegaron a la isla vecina, el Amor comprendió que seguía vivo.
Se dio cuenta de que iba a seguir existiendo.
Giró sobre sus pies para agradecerle al viejito, pero éste, sin decir una palabra, se había marchado tan misteriosamente como había aparecido.
Entonces, el Amor, muy intrigado, fue en busca de la Sabiduríapara preguntarle:
–¿Cómo puede ser? Yo no lo conozco y él me salvó… Nadie comprendía que me hubiera quedado sin embarcación, pero él me ayudó, él me salvó y yo ni siquiera sé quién es…
La Sabiduría lo miró a los ojos un buen rato y dijo:
–Él es el único capaz de conseguir que el amor sobreviva cuando el dolor de una pérdida le hace creer que es imposible seguir adelante. El único capaz de darle una nueva oportunidad al amor cuando parece extinguirse. El que te salvó, Amor, es el Tiempo.
Extraído del libro “Todo (no) termino” de Silvia Salinas con prólogo y cuento de Jorge Bucay.
By Dendros • Terapia de pareja • Tags: Cuentos