Ene 30 2017
Ha sido una caída tonta. Seguro que no se ha hecho daño
Hoy caminaba con mis hijos en dirección al colegio. Y el mayor, de siete años iba corriendo por la calle. Cuando estábamos a una distancia de unos 20 metros, en un momento de este recorrido se tropieza y se cae.
Yo me doy cuenta de esto cuando él ya está en el suelo. Desde la distancia, mientras empiezo a correr le pregunto en alto “¿te has hecho daño?”
El hombre que tengo a mi lado, de unos 60 años, me comenta en alto. “no le ha pasado nada“. Yo ni le miro y vuelvo a preguntar a mi hijo “¿Cómo estás?”. Mientras me aproximo al menor.
El caballero, que no percibe mi comunicación no verbal, que trasmitía que le estaba ignorando. Vuelve a decir en voz alta “ha sido una caída tonta. No se ha hecho daño. Dile que no le ha pasado nada. y ya verás cómo se levanta”
Aquí ya no me aguanto. Me giro y le digo seriamente ” ¿Usted que sabe sobre su dolor?.”
No he querido ser igual de maleducada que él. No le he dicho todo lo que pensaba. Y porque además, toda mi energía y atención estaban dedicadas a atender a mi hijo que estaba triste, dolido y tenia una herida pequeña en la pierna.
Como reflexión del día querría decir que cuántas veces la gente tiende a juzgar nuestro dolor, menospreciándolo, minimizándolo, y si es de un menor aun se realiza con mayor frecuencia. Creyendo falsamente que de esta forma dejaremos de sentirlo o mágicamente desaparecerá. Es tan típica la frase “si no le haces caso, seguro que no llora y no se queja“. Pero , esto está lejos de la realidad. El dolor físico, y emocional pueden disminuir mucho más rápidamente(o se puede vivir algo mejor) si percibimos empatía hacia él.
Otras veces , para “animar” al niño (y no incluyo a las niñas) el mensaje es aun más duro “eres un machote. venga va levántate. Los niños no se quejan”; ”
Este es un aspecto que se percibe en terapia de forma frecuente. La sensación que los demás no han entendido nuestro dolor, que no ha sido acogido, comprendido ni consolado. Y las heridas que no se curan bien, o no cicatrizan o lo hacen mal.
Eva Aguilar
psicologa sanitaria, psicoterapeuta y terapeuta sexual
Ene 31 2017
¿Las personas optimistas son más felices?
Muchas personas esperan que el futuro sea mejor que el pasado y que el presente. Se trata de nuestra tendencia a sobreestimar la probabilidad de experimentar situaciones positivas y subestimar las posibilidades de experimentar situaciones negativas: el optimismo.
¿Optimismo o pesimismo?
La diferencia entre optimismo y pesimismo no es más que una cuestión de actitud. Hay personas que creen que pensar en positivo es estar ciego ante la realidad y que el pesimismo, en consecuencia, supone una posición intelectual superior y más adecuada a la optimista.
Desde esta perspectiva, el secreto de la felicidad es tener bajas expectativas. Si no tenemos expectativas positivas, si no esperamos encontrar la salud, el amor y la autorrealización, entonces no vamos a decepcionarnos si estas cosas no suceden. Y si no nos decepcionamos cuando no lleguen las cosas buenas, y estamos agradablemente sorprendidos cuando suceden, seremos felices. Desde esta perspectiva también se puede creer que tan sólo los pesimistas serían capaces de transformar el mundo, frente a los optimistas, que, además de ser unos ingenuos, están satisfechos y se conforman con lo que hay, incapaces de rebelarse ante las injusticias.
Pero, ¿qué sería de nosotros si no confiamos en que los tiempos futuros nos traerán alegrías? Según la neurocientífica Tali Sharot subestimamos la posibilidad de sufrir cáncer o de tener un accidente automovilístico, pero sobreestimamos nuestra longevidad, nuestras posibilidades laborales. En general, parece que las personas somos más optimistas que realistas
Contrariamente a la perspectiva expuesta anteriormente, según Sharot los estudios muestran que los optimistas son más felices y que cuando las cosas no salen como esperaban, encuentran una razón y siguen teniendo expectativas positivas.
Conclusión.
Existen las pérdidas, los duelos, las enfermedades, la muerte, las decepciones y las injusticias y nadie puede evitar, por muy optimista que sea, el sufrimiento y las penas que nos aparecen durante nuestro ciclo vital. Pero la mayor parte de nosotros estamos capacitados para convertir las crisis en oportunidades, las dificultades en posibilidades; para afrontar de forma positiva, con optimismo inteligente, las situaciones adversas, para dotarlas de sentido, para vivirlas más como retos y desafíos más que como amenazas o fracasos irreparables, para enfrentarlas o esquivarlas, o para reducir su nivel de impacto psicológico.
By Magda Del Pilar • Terapia Individual • Tags: Optimismo, psicología positiva