Nov 21 2017
Enfrentar el miedo.
La emoción básica del miedo tiene la útil función de asegurar la conservación y supervivencia del ser humano. El miedo es una reacción fisiológica que ocurre ante la presencia de un peligro y nos sirve para ponernos a salvo. Se puede convertir en un problema cuando lo sentimos aunque no haya peligro real o cuando dura demasiado tiempo o es muy intenso.
A pesar de su evidente utilidad, como contrapartida, el miedo también nos puede paralizar, puede promover que demos mil vueltas a nuestras decisiones y dilemas, buscando una seguridad total de que todo va a salir como deseamos. Tras esta necesidad de control, se esconde la emoción del miedo, miedo al fracaso, a arrepentirte, a cometer errores…
Para entender mejor la emoción del miedo y los bloqueos que nos puede provocar os invito a leer este breve cuento:
En una ocasión, un león se aproximó hasta un lago de aguas espejadas y cristalinas para calmar su sed. Al acercarse a las mismas vio su rostro reflejado en ellas y pensó:” ¡Vaya, este lago debe ser de este león. Tengo que tener mucho cuidado con él!” Atemorizado se retiró de las aguas, pero tenía tanta sed que regresó a las mismas. Allí estaba otra vez “el león”. ¿Qué hacer? La sed lo devoraba y no había otro lago cercano. Retrocedió, volvió a intentarlo y, al ver al “león”, abrió las fauces amenazadoras pero, al comprobar que el otro “león” hacía lo mismo, sintió terror. Salió corriendo, pero ¡era tanta la sed! Varias veces lo intentó de nuevo y siempre huía espantado. Pero como la sed era cada vez más intensa, tomó finalmente la decisión de beber el agua del lago sucediera lo que sucediera. Así lo hizo. Y, al meter la cabeza en las aguas, ¡el león desapareció!”
Lo que podemos extraer de este cuento es que cuando algo es importante para nosotros es preferible atrevernos a atravesar el miedo. Muchas veces nos sorprenderá que aquello negativo que habíamos anticipado no sucede, o al menos no de la manera tan intensa como habíamos imaginado. Finalmente, lo que hizo que el miedo del león desapareciera fue exponerse a aquello que temía.
El día que yo nací, mi madre parió dos gemelos: yo y mi miedo.
Thomas Hobbes
Nov 28 2017
Psicología positiva: la esperanza.
Esperanza viene del latín “sperare”, que significa esperar. Tener esperanza es estar convencida de que hay soluciones, es esperar que las cosas negativas que me pueden estar sucediendo cambien. Cuando la pierdes, dejas de involucrarte con tu objetivo y en el esfuerzo y la creatividad que requiere.
La esperanza es un estado de ánimo en el cual se nos presenta como posible aquello que anhelamos, nos brinda la fortaleza para poder seguir adelante cuando todo parece estar perdido y nos ayuda a ser perseverantes. Escoger esta manera de pensar nos permitirá recuperarnos de los contratiempos rápidamente y no desfallecer ante las dificultades y obstáculos.
La esperanza ha sido objeto de estudio de la psicología positiva, que ha centrado su campo de estudio en que aprender de las fortalezas, de las experiencias positivas y de lo que nos protege frente al daño y el dolor.
Para poder profundizar en el concepto de la esperanza, os propongo la lectura del cuento de Las ranas y la nata de Jorge Bucay:
Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de nata.
Inmediatamente se dieron cuenta de que se hundían: era imposible nadar o flotar demasiado tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. Al principio, las dos ranas patalearon en la nata para llegar al borde del recipiente. Pero era inútil; sólo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sentían que cada vez era más difícil salir a la superficie y respirar.
Una de ellas dijo en voz alta: – “No puedo más. Es imposible salir de aquí. En esta materia no se puede nadar. Ya que voy a morir, no veo por qué prolongar este sufrimiento. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un esfuerzo estéril”.
Dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez, siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco.
La otra rana, más persistente o quizás más tozuda se dijo: – “¡No hay manera! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo, aunque se acerque la muerte, prefiero luchar hasta mí último aliento. No quiero morir ni un segundo antes de que llegue mi hora”.
Siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar ni un centímetro, durante horas y horas.
Y de pronto, de tanto patalear y batir las ancas, agitar y patalear, la nata se convirtió en mantequilla.
Sorprendida, la rana dio un salto y, patinando, llegó hasta el borde del recipiente. Desde allí, pudo regresar a casa croando alegremente.
Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de nata.
Inmediatamente se dieron cuenta de que se hundían: era imposible nadar o flotar demasiado tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. Al principio, las dos ranas patalearon en la nata para llegar al borde del recipiente. Pero era inútil; sólo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sentían que cada vez era más difícil salir a la superficie y respirar.
Una de ellas dijo en voz alta: – “No puedo más. Es imposible salir de aquí. En esta materia no se puede nadar. Ya que voy a morir, no veo por qué prolongar este sufrimiento. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un esfuerzo estéril”.
Dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez, siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco.
La otra rana, más persistente o quizás más tozuda se dijo: – “¡No hay manera! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo, aunque se acerque la muerte, prefiero luchar hasta mí último aliento. No quiero morir ni un segundo antes de que llegue mi hora”.
Siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar ni un centímetro, durante horas y horas.
Y de pronto, de tanto patalear y batir las ancas, agitar y patalear, la nata se convirtió en mantequilla.
Sorprendida, la rana dio un salto y, patinando, llegó hasta el borde del recipiente. Desde allí, pudo regresar a casa croando alegremente.
La esperanza es una habilidad, y por lo tanto, es algo que también podemos aprender. Recuerda que nunca paramos de aprender, que puedes contribuir a que los cambios sucedan.
By Magda Del Pilar • Terapia Individual • Tags: esperanza, psicología positiva