Hoy me gustaría compartir con vosotras el corto “Cua de sirena” que trata sobre los estereotipos de género, pero también sobre las dificultades que puede conllevar un binarismo de género tan rígido como el que tenemos en nuestra sociedad. Un binarismo, que conlleva en algunos casos elegir, renunciar y perder ante las alternativas excluyentes presentes. El corto plantea, mediante la metáfora de la cola de sirena, la idea de una construcción de género más fluida: ¿Por qué no es posible tener piernas y cola de sirena a la vez?.
El confinamiento nos cogió a todos de sorpresa. De repente, de un día para el otro, tuvimos que dejar todas las actividades de nuestra vida “de afuera” y entrar en un espacio que comenzaría a serlo todo para nosotros, nuestra casa.
Dentro de las actividades de la vida antes del Covid-19, para algunos estaba ir a terapia con su psicólogo. El despacho de nuestro psicólogo se convierte en un lugar único en nuestras vidas, donde todos los elementos, el espacio, los olores, el mobiliario, la luz, y por supuesto la presencia física de nuestro terapeuta, nos invitan a entrar en el estado de ánimo que necesitamos para conectar y abrirnos.
Por ello tiene mucho sentido que seguir o empezar una terapia online nos pueda resultar una propuesta difícil de aceptar. Más allá de que más de una investigación y la misma APA hayan confirmado que la terapia online es igual de efectiva que la presencial, aquí estamos hablando de una reacción emocional muy entendible que viene de la necesidad de proteger ese espacio seguro e intimo, tan importante en nuestras vidas.
Por ello, hemos decidido compartir un testimonio de una paciente de Dendros y de su experiencia en el transito de terapia presencial a terapia online, con todas las dudas, miedos y tomas de consciencia que esto ha significado para ella.
Creo que much@ os vais a sentir identificad@s.
Gracias M. por tus palabras!
Confieso que en ningún momento me planteé la posibilidad de pausar o posponer mi proceso terapéutico. Pero todo estaba poniéndose cada vez más patas arriba y a pesar de querer seguir, tenía dudas. Quizá miedos. ¿Será lo mismo trabajar con mi terapeuta sin estar a su lado? ¿Seré capaz de encontrar ese espacio donde sentirme libre en mi propia casa?¿Y si necesito consuelo? ¿Me llegará del mismo modo a través de la pantalla ¿Sabré desconectar sin moverme de lugar una vez sea necesario?
Todas esas preguntas se fueron disolviendo a medida que pasaban los días: realmente estoy en un punto importante en el que el proceso terapéutico es necesario. Imprescindible, me atrevería a decir. No quise sacrificar tanto trabajo y tantos avances por el miedo a lo nuevo. Y digo ‘nuevo’, no ‘desconocido’. En realidad, todas hemos hablado nuestras cosas por teléfono con alguien, hemos hecho video–llamadas para estar más cerca de quienes están lejos, o hemos explicado nuestros problemas por mensaje o carta. Seguir con mi proceso vía online no solo ha permitido que yo pueda seguir creciendo, sino que me ha hecho más llevadera esta nueva y desconocida, ahora sí, situación en la que nos encontramos. Me siento arropada, comprendida y conectada con mi terapeuta aún estando a kilómetros de distancia. He podido incluso hacer trabajos de terapia corporal con mis propios medios, estando totalmente segura de que si algo se descontrolaba, ella estaba al otro lado para salvarme y para ayudarme a encauzar la sesión. He conseguido crear un espacio donde, además de tener nuestras sesiones, puedo alejarme a pensar o a parar cuando lo necesito. La adaptación es una parte importantísima de los procesos de crecimiento. Sean del tipo que sean. Y esta vez no iba a ser menos.
PD: ¡hacer terapia en pijama también mola mucho! 🙂
El desarrollo tecnológico del último siglo ha permitido la implementación de nuevas herramientas en el campo de los estudios científicos sobre los procesos psicológicos y emocionales. Gracias a los recientes hallazgos en neurociencia ahora sabemos mucho más sobre la gran importancia y centralidad de las variables fisiológicas relacionadas con las respuestas emocionales y su funcionamiento, lo que ha abierto la puerta también a nuevas modalidades de intervención que son complementarias a las prácticas psicoterapéuticas tradicionales.
LA CENTRALIDAD DE LA ACTIVACIÓN FISIOLÓGICA EN LAS EMOCIONES
Sabemos que las emociones son respuestas psicofisiológicas que tienen un papel fundamental en nuestra interacción y adaptación al medio, pues contribuyen a la coordinación de respuestas conductuales adaptadas a las exigencias de un contexto en cambio constante. Así pues, las emociones son fenómenos multicomponente que aglutinan aspectos conductuales, cognitivos (de pensamiento) y fisiológicos. El estudio de los caminos neurales del procesamiento emocional ha arrojado luz a la tradicionalmente aceptada dualidad cuerpo-mente y nos insta a reconocer que el organismo es un todo integrado en que cuerpo y mente son indisociables y a enfatizar la gran importancia de la activación fisiológica en nuestras respuestas afectivas.
EL SISTEMA NERVIOSO AUTÓNOMO
Esta activación es mediada por el sistema nervioso autónomo, que es aquél que se ocupa de coordinar funciones muy relevantes para la supervivencia del organismo de forma más automática, sin intervención de nuestra conciencia reflexiva o decisión conscient. El sistema nervioso autónomo, que conecta el cerebro con el cuerpo, permite que aquél reciba información recogida por los sentidos y también que emita una respuesta adecuada al contexto. Tiene dos ramas principales, la rama simpática, que sería el acelerador, que se relaciona con la activación fisiológica ante la demanda (como la respuesta de estrés), y la rama parasimpática, que se considera el “freno”, permitiendo un estado de calma y restauración del organismo al accionarse. Imaginemos que vamos en bicicleta y estamos transitando por una bajada. Utilizaremos una presión ligera en el freno para ir regulando la velocidad, para seguir manteniendo el control en el manejo del vehículo. Retomando la metáfora del freno y acelerador, podemos observar que cuanto más capacidad de modular este freno según el terreno que se me presenta, soltándolo cuando necesito acelerar y accionándolo con la presión correcta según necesite modular la velocidad o incluso frenar completamente, mejor podré transitar por el terreno. Para ello, necesitamos tanto la información del terreno que recogemos con nuestros sentidos como que nuestra respuesta se adecue a lo que percibimos.
Ya Darwin enfatizó la importancia de los procesos fisiológicos en las emociones y la conducta, interesándose por lo que él denominó nervio neumogástrico, que sería lo que hoy día denominamos el nervio vago. Este es el componente central del sistema nervioso parasimpático (el freno) y conecta nuestro cerebro con los órganos vitales de forma bidireccional. Lo que ahora sabemos es que el 80% de estas fibras nerviosas que componen el nervio vago son ascendentes, es decir, que mandan información de nuestro cuerpo al cerebro, y sólo el 20% son descendentes, mandando información del cerebro hacia los órganos.
Esta información ascendente modula nuestro funcionamiento a nivel cerebral, teniendo un impacto en nuestra percepción, atención, procesamiento de la información, toma de decisiones…en un gran abanico de capacidades que son indispensables para coordinar respuestas flexibles a las demandas de la vida.
EL CEREBRO DEL CORAZÓN
Se empieza a hablar del “cerebro del corazón”, ya que se ha demostrado que este órgano es mucho más que un músculo bombeador. Existe un sistema nervioso intrínseco del corazón que está formado por una estructura celular muy parecida a la del cerebro y que permite que este procese información y genere determinadas respuestas de forma independiente. Este sistema se sincroniza con la función cerebral por diversas vías; la ya comentada (impulsos nerviosos a través del sistema nervioso autónomo) pero también a través de intercambios químicos y de su campo electromagnético, que se extiende a varios metros de distancia del cuerpo (lo que también tiene interesantes implicaciones, ya que el campo electromagnético de nuestro corazón interacciona con el de aquellas personas que se sitúen a pocos metros, pero no me voy a extender en este aspecto ya que da para otro artículo entero). Además, el corazón es el órgano que más información manda a nuestro cerebro.
Resumiendo, nuestra función cardíaca tiene más capacidad de influir en nuestro cerebro que a la inversa, lo que nos lleva a la comprensión de que trabajar directamente con las variables fisiológicas permite un abordaje terapéutico “de abajo hacia arriba”, promoviendo mejoras a nivel de funcionamiento cerebral a través de la intervención en el cuerpo, en este caso, en la función cardíaca.
Pero, ¿cómo lo hacemos? Aquí es donde entra en juego el concepto de variabilidad de la frecuencia cardíaca y la coherencia psicofisiológica.
VARIABILIDAD DE LA FRECUENCIA CARDÍACA Y COHERENCIA PSICOFISIOLÓGICA
Un corazón sano no funciona como un metrónomo, sino que presenta una cierta variabilidad entre latidos. Una variabilidad de la frecuencia cardíaca elevada se ha relacionado en los estudios científicos con una buena salud física y psicológica, un mayor bienestar y una mayor capacidad de regulación emocional entre muchos otros beneficios, entre los que también se encuentra una mejor capacidad de atención, concentración y desempeño cognitivo. A su vez, una menor variabilidad se ha relacionado con un deterioro de la salud, con mayor mortalidad por todas las causas, así como con una menor capacidad de regulación emocional que se relaciona con la mayor presencia de diferentes trastornos psicológicos como el estrés crónico, la ansiedad, la depresión y trastornos de la personalidad. A medida que se ha ido investigando sobre el tema, se ha demostrado que la variabilidad de la frecuencia cardíaca es un indicador fisiológico de nuestro tono vagal, que es la capacidad de ejercer un control tónico de la activación fisiológica relacionada con las emociones mediante la modulación del freno vagal que he comentado anteriormente. Cuanto más capaces somos de modular el freno, más podremos controlar el poder activarnos proporcionalmente para hacer frente a una demanda sin soltarlo completamente, lo que sería útil en situaciones amenazantes para la vida en que necesitamos todos nuestros recursos, pero no en múltiples situaciones sociales en las que podría suponer un desgaste innecesario.
A partir de la variabilidad e la frecuencia cardíaca, se ha desarrollado el concepto de coherencia cardíaca, que viene a referirse a un patrón de ritmo cardíaco con unas características concretas, que fomenta una mejor sincronización de nuestro sistema cardíaco y nuestro cerebro. El organismo es un sistema muy complejo que requiere de una buena coordinación entre diferentes subsistemas para su buen funcionamiento. Pues bien, esta sincronización es lo que se ha observado cuando nos encontramos en un estado de coherencia cardíaca.
BIOFEEDBACK DE LA COHERENCIA CARDÍACA
Gracias a las nuevas tecnologías, actualmente disponemos de técnicas no invasivas que nos permiten monitorizar nuestra variabilidad de la frecuencia cardíaca y nuestro grado de coherencia en tiempo real, pudiendo observar el impacto de la regulación emocional en nuestro sistema con una medida objetiva. Asimismo, mediante el tipo de intervención conocida como biofeedback, podemos interevenir de forma ascendente para fomentar un estado de activación fisiológica que nos permita un mejor desempeño cognitivo, una mejor regulación emocional y, en definitiva, una mejor salud física y psicológica. Mediante diferentes técnicas, acompañamos a las personas a adquirir herramientas para entrar en un estado de coherencia psicofisiolófica y nos servimos de la retroalimentación de la información recogida por la monitorización para el entrenamiento de dicho estado así como para la observación de los cambios que producen en nosotros los diferentes estados emocionales y el impacto de nuestra regulación en la función cardíaca y por ende, en el funcionamiento cerebral.
Lo realmente fascinante de todo esto, es que podemos observar cómo la vivencia de emociones más reactivas como el miedo o la rabia, generan patrones cardíacos desorganizados que permanecen en el tiempo mucho más de lo que conscientemente podemos percibir, afectando tanto nuestras funciones cerebrales como nuestro sistema inmunológico. Por el contrario, los estados afectivos como el agradecimiento, la compasión o el amor, generan patrones de ritmo cardíaco coherentes, fluidos, que promueven una buena sincronización con nuestro funcionamiento cerebral, lo que se observa en los registros obtenidos.
Fuente: Instituto Heartmath
Así, aunque todas las emociones, incluso las desagradables, son necesarias para adaptarnos al medio, debemos poder regularlas para poder desarrollar respuestas flexibles i eficaces en cada momento, y es esta habilidad la que desarrollamos mediante el trabajo entorno a la coherencia cardíaca. Aprendemos a desarrollar la resiliencia, nuestra capacidad de afrontamiento, y regular nuestros estados emocionales desde su misma base, permitiendo que los diferentes subsistemas de nuestro cuerpo-mente funcionen de forma sincronizada para obtener mejores niveles de salud física y psicológica y un mejor desempeño a todos los niveles.
El pasado 7 de abril entrevistaron por skype la Razon a Stephen W. Porges, neuropsicologo. Uno de los pioneros que nos explica de la teoría Polivagal.
Teoría muy interesante y casi de lectura obligada a psicolog@s, medic@s, profesorado…. para poder entenderla reacción de las personas y poder ayudarles.
Nuestro cuerpo está muy preparado para poder saber si una situación, escena o persona son peligrosas o no, con el objetivo de poder reaccionar rápidamente para la supervivencia. Esta gran misión la gestiona el Sistema Nervioso Autónomo (durante el día a día en muchas de las funciones del nuestro organismo como la respiración, va fluctuando entre S.N.SIMPATICO (acción) o S.N.PARASIMPATICO (relajación).
Si una situación nuestro cuerpo la percibe como no peligrosa se activa el sistema nervioso Parasimpatico (vago ventral), si la valoración como peligrosa será el Simpático el que reaccionará para conseguir energía con el fin de huir, atacar o reaccionar a la fuente de peligro. Si no podemos hacer ninguna de estas acciones pasará el mando al S. N. Parasimpatico (vago dorsal) llegando a desactivarnos, schock o desmayo.
Por lo que ante situaciones de peligro Nuestras respuesta pueden pasar por la huida, el ataque/defensa, pedir ayuda o quedarnos en estado de Schok.
Porges habla desde esta perspectiva en este momento vital que el protagonista es el COVID-19, en el que el enemigo es algo que no vemos .
Actualmente con la situación del Coronavirus, Porges comenta en la entrevista:
“–¿Cómo anda nuestro sistema nervioso?
–Estamos programados para conectar con otros, interpretar sus gestos faciales y su tono de voz. Nuestro sistema nervioso demanda una interacción cara a cara y ahora nos encontramos con que es peligroso estar cerca incluso de aquellos a los que conocemos bien, porque no sabemos si son portadores del virus. La violación de esas expectativas de seguridad significa directamente una amenaza severa. A nuestro sistema no le gusta «no saber», así que parte del problema con el Covid-19 es que estamos llenos de incertidumbres; no sabemos quién lo tiene, si los síntomas serán graves si lo cogemos, si sobreviviremos, cuánto va a durar la cuarentena… No podemos ni interactuar con otros ni tener certezas, dos necesidades básicas. Estamos en un estado neurofisiológico muy extraño que a nuestro cuerpo no le gusta nada.”
Le realizan otras preguntas como;
–¿Cuál es la reacción primaria a ese miedo?
–¿Y tampoco podemos calmarnos mutuamente?.
–Usted dice que ahora debemos comunicarnos a un nivel más primitivo. ¿Cómo?
¿Se puede considerar un trauma esto que estamos viviendo?
Si quieres leer la entrevista completa puedes ir al siguiente link
Eva Aguilar
Psicóloga general sanitaria, psicoterapeuta y terapeuta sexual
May 25 2020
CUA DE SIRENA
Hoy me gustaría compartir con vosotras el corto “Cua de sirena” que trata sobre los estereotipos de género, pero también sobre las dificultades que puede conllevar un binarismo de género tan rígido como el que tenemos en nuestra sociedad. Un binarismo, que conlleva en algunos casos elegir, renunciar y perder ante las alternativas excluyentes presentes. El corto plantea, mediante la metáfora de la cola de sirena, la idea de una construcción de género más fluida: ¿Por qué no es posible tener piernas y cola de sirena a la vez?.
By Magda Del Pilar • Madres y Padres, Sin categoría • Tags: corto, Sexualidad