-¡Tú no puedes¡. ¡Tú no sabes! Frase que le dice la madre o padre a su
hije cuando se está atando los cordones. O cuando sube a un árbol (Además haciendo un pronóstico de futuro –“¡que te vas a caer!”), hacer un plato de cocina, hacer una reparación de un objeto, cuando está dibujando o pintando y le decimos que lo hace mal. … En otras ocasiones acabamos por decir –“¡Ya lo hago yo!”. Cuando está intentando vestirse. Y así en muchos momentos en su infancia.
No somos conscientes del poder de las palabras, de las conductas que
tenemos con nuestras criaturas. Y le repetimos de diferentes formas que son “torpes”, “ que mejor no probar”, “que mejor pedir ayuda”, “que no son capaces”. Hasta que llega el fatídico día que ya no hace falta que se lo digas porque ya lo ha aprendido. Ya lo ha interiorizado y convertido en parte de su identidad y de su percepción de sus capacidades.
El otro dia en terapia me acordé y expliqué este cuento , es de Jorge Bucay. “El elefante encadenado”

Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante que, como más tarde supe, era también el animal preferido de los niños. Durante la función, la enorme bestia hacía gala de un peso, tamaño y una fuerza descomunales… Pero después de su actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba una de sus patas.
Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centrímetros en el suelo. Y, aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.
El misterio sigue pareciéndome evidente.
¿Qué lo sujeta entonces?
¿Por qué no huye?
Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los mayores. Pregunté entonces a un maestro, un padre o un tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia: “Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?”.
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo, olvidé el misterio del elefante y la estaca, y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se había hecho esa pregunta alguna vez.
Hace algunos años, descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:
El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.
Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él.
Imaginé que se dormía agotado y que al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día, y al otro… Hasta que, un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.
Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque, pobre, cree que no puede.
Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer.
Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo.
Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza…
Tu única manera de saber si puedes conseguirlo es intentarlos de nuevo poniendo en ello todo tu corazón.. ¡Todo tu corazón!.
Jorge Bucay
“Déjame que te cuente”
Cuando pienses que no puedes, para un momento para reflexionar si es una atadura de tu pasado que te impide probar y arriesgarte.
Y cuando estés delante de tu hije practica la paciencia para que vivas con tranquilidad que no le sale a la primera, ni a la segunda pero quizá a la quinta lo consiga. Confía en sus habilidades para que elle pueda aprender también a confiar.
Eva Aguilar
psicologa general sanitaria, psicoterapueta y terapeuta sexual
Feb 3 2021
¿Qué necesitas en el trabajo?
Ayer Cuando fui a trabajar a Dendros me encontré una grata sorpresa. Laura Contino, nos había preparado este año un segundo regalo (el primero fue una agenda anual personalizada). En el office teníamos un pequeño baúl con llaveros con la Letra D para todas las persones del equipo.
Me encantó el detalle que ha tenido para cuidarnos, valoro la acción de buscar que las persones que trabajamos juntas nos sintamos importantes, valoradas y a la vez se potencia la sensación agradable de pertenecer a un equipo.
Estos detalles facilitan un buen ambiente de Trabajo, detalle imprescindible para trabajar tranquila, relajada y facilitando de esta forma poder conectar con más fluidez con nuestros recursos. Es más fácil acceder a La inspiración y la creatividad cuando nos sentimos tranquilas.
En el trabajo no sólo necesitamos ganar dinero, podemos necesitar también; pasarlo bien, sentirnos personas valoradas, que haya un reconocimiento a nuestro trabajo, sentirnos respetadas, nuestros limites cuidados, que nos den oportunidades (para aprender…), un espacio tranquilo, un lugar acogedor……
Nos hemos encontrado en diferentes ocasiones en terapia que la demanda que aparecía en la sesión provenía de estar viviendo experiencias y emociones desagradables en el trabajo, en el doctorado, en el club…. como por ejemplo una mala relación con la dirección o con l@s compañe@s y esto afectar en la eficiencia, en el estado de ánimo, en la salud, e incluso repercutir en las actividades de la vida diaria fuera del trabajo.
¿Tu qué pinas?, ¿Qué necesitas en el trabajo?
Si percibes que lo estas pasando mal , que estas sufriendo en tu puesto de trabajo puedes contar con nosotras para poder aprender a gestionarlo.
Eva Aguilar
psicologa, psicoterapeuta y terapeuta sexual
By Eva Aguilar • Sin categoría