Nos referimos a la sensación de vacío profunda o pérdida de sentido vital, cuando tienes la sensación que ya nada te llena especialmente y no sientes la motivación por prácticamente ninguna actividad cotidiana. Esta sensación de vacío es a la que Frankl llamó “vacío existencial”.
Según Viktor Frankl (2003), creador de la Logoterapia (la terapia centrada en el sentido de la vida), el vacío existencial es una nueva manera de padecer en nuestra época. Es una cuestión existencial que responde a la constatación de una falta de sentido. Es una manera de decirte a ti mismo que llevas mucho tiempo desconectada de aquello que realmente que realmente tiene sentido para ti.
¿Cómo revertir este proceso?
Para conseguir revertir el vacío, debemos encontrar un sentido vital, hallar un para-qué-vivir.
La respuesta de Frankl sobre cómo encontrar sentido viene a través de los valores vivenciales. Los cuales éste define como aquellas situaciones donde descubrimos lo que el mundo nos da todo el tiempo. Es un ejercicio consciente de elección el volver visible estos valores y situaciones. Hay millones de valores vivenciales qué descubrir para afrontar el vacío existencial. Las relaciones sociales, vínculos afectivos, el contacto con la naturaleza, los placeres diarios, etc.
Los otros valores que dan sentido a la vida son los creativos. Aquellas cosas que hacemos y que damos al mundo. Es fundamental darte cuenta de lo hábil que eres para muchas cosas que haces a diario.
Y aunque no lo parezca, para Frankl, el valor de la actitud en medio de una situación dolorosa, es el sentido que más aporta a nuestras vidas.
Por lo tanto, el Sentido se descubre a través de:
– Hacer o crear.
– Viviendo o amando algo o alguien.
– Experimentando situaciones desesperadas. Tocando fondo en su existencia.
En esta obra de Albert Gyorgy, artista plástico y escultor nacido en Lueta (Transilvania -Rumanía-) aunque perteneciente a la minoría húngara, creó en 2012, nos intenta representar escultóricamente la sensación de vacío.
Se trata de una metodología integradora (un modelo epistemológico propio que deriva de la integración de muchas técnicas de diferentes enfoques entre los cuales la terapia sistémica, constructivista, gestáltica y sensoriomotriz y existencialista).
Está pensado para que se pueda conciliar con la vida laboral por lo cual tiene una frecuencia de un sábado al mes con un horario de 10 a 14 y de 15.30 a 19:30.
Se trata de un trabajo vivencial, el alumno experimenta cada técnica propuesta en el programa como paciente y como terapeuta.
Como se trata de un curso vivencial, donde se tratan temas personales, el grupo es de un numero reducido de alumnos y yo, Laura Contino, como directora hago siempre una reunión con el profesional que se quiere apuntar para explicarle a fondo la metodología.
para tener más información puedes seguir el enlace
Ahora nos viene una época difícil, de hecho ya estamos en ella desde hace varios meses, sobrevuela principalmente la incertidumbre y el miedo. En algunos casos también hablamos de parálisis, soledad, tristeza, rabia, frustración, apatía, desconexión…. Este periodo difícil lo hemos de transitar, no nos queda otra que pasarlo. Como cuando nos tiramos a la piscina o al mar y aguantamos la respiración bajo el agua. Ahí estamos ahora, conteniendo la respiración. Imaginemos que estamos atravesando aguas frías y eso no siempre es fácil, podemos tener frio y miedo, tampoco no sabemos cuanto tiempo nos aguantará la respiración, si llegaremos al final, ni siquiera sabemos donde está el final.
Podemos ir saliendo a coger aire de vez en cuando, una videollamada con amigos, con familia, un paseo cerca de casa, ejercicios al aire libre, ese curso que nunca tenía tiempo de hacer. Aunque nos sabe a poco pero ahora sabemos que toca esto, que todos aguantemos la respiración, que llevemos la carga de estos meses como podamos, en algunos casos peor y en otros casos mejor. Depende también de como nos hayamos entrenado hasta ahora tendrás más o menos capacidad para aguantar la respiración, por eso están saliendo muchos malestares, porque habían algunos acumulados que no se les hacía caso. Y para coger aire bien necesitamos toda nuestra capacidad.
Sólo nos queda disfrutar de los pequeños detalles del presente que tenemos, de esos momentos vividos que ahora valen un tesoro. Que esta desconexión del mundo no nos desconecte también de nosotros mismos. Esto pasará. Con más o menos lágrimas derramadas y habiendo pasado algunas corrientes frías que nos han atravesado hasta el alma, pero pasará. Y volverá a salir el sol.
En terapia solemos manejarnos con las creencias, muchas veces inconscientes por parte del cliente y de suma importancia para descubrir el timón que te arrastra a sitios que a veces no quieres ir.
En 1940 Ortega y Gasset ya nos hablaba de ellas en sus ensayos recogidos en Ideas y Creencias. Según Ortega y Gasset “las ideas se tienen; en las creencias se está”. Cuando queremos conocer a alguien procuramos ante todo averiguar cuales son sus ideas, esos pensamientos originales propios o insuflados por otros que le rondan por la cabeza. Puede ser que esto no aporte toda la claridad que necesitamos sobre su vida y su historia. Las creencias en cambio son la base sobre la que vivimos.
Aunque Ortega y Gasset se refería también a unas creencias más básicas y mundanas como todo lo que damos por sentado, que no pensamos por obvio, por ejemplo que cuando abres la puerta de tu casa la calle está ahí fuera, ni lo has pensado, lo das por hecho. O sea todo lo que ya está interiorizado y ni nos cuestionamos.
En terapia las creencias con las que trabajamos hacen referencia a mandatos propios o ajenos que seguimos de forma inconsciente y guían muchas de nuestras decisiones, nuestra forma de mirar hacia el mundo y hacia nosotros mismos.
Al hacer un proceso terapéutico se descubren y revisan esas creencias, se hacen conscientes, se piensan, al pensarlas se generan dudas y nuevos planteamientos, con ello se abre la posibilidad de poder llevar un@ mism@ el timón de su vida.
El acto suicida es más frecuente de lo que creemos, cada año se suicidan en el mundo más de 800.000 personas, esto se traduce en que se produce un suicidio cada minuto y un intento cada tres segundos. Actualmente es la primera causa de muerte no natural en España (por delante de los accidentes de tráfico).
Existen políticas de seguridad ciudadana, políticas de seguridad vial y políticas contra la violencia de género. Pero existen pocas políticas contra el suicidio. Las muertes por suicidio parecen muertes invisibles, casi inexistentes, desaparecidas de las preocupaciones sociales y mediáticas y de las agendas políticas y sanitarias. No obstante, en el mundo arrastran el sufrimiento de millones de personas y, con ellas, otras muchas más que les sobreviven.
¿Qué es el acto suicida?
Según la OMS, el suicidio es un acto con resultado letal, deliberadamente iniciado y realizado por el sujeto, sabiendo o esperando su resultado letal y a través del cual pretende obtener los cambios deseados.
No obstante, la conducta suicida va más allá del intento de suicidio. También incluye la ideación suicida (pensamientos sobre suicidio, deseos de morir, plan suicida) o actos suicidas (acciones autolesivas con mayor o menor grado de intencionalidad suicida).
¿Qué busca el suicida?
Contrariamente a los que podríamos pensar, la persona normalmente no busca morir, sino la búsqueda de soluciones y aliviar el sufrimiento de su situación actual
¿Cuál es la paradoja del suicidio como búsqueda de soluciones?
La gran paradoja es que se plantea una solución eterna a un problema que muy probablemente sea temporal la tendencia es que las situaciones o como las percibimos cambien, y la solución que plantea el suicidio es permanente.
Recientemente, e impulsado por la crisis sanitaria del COVID y su impacto en el bienestar emocional de las personas, ha sido inaugurado un teléfono de prevención del suicidio del Ayuntamiento de Barcelona y Fundació Ajuda i Esperança. Éste es gratuito, anónimo y 24h y atiende tanto a personas afectadas, como a familiares y entorno.
Este pasado confinamiento nos hizo poner el foco en nuestra propia vida. Nuestra situación vital quedó enmarcada, sostenida en el tiempo. ¿Estoy donde quiero estar? ¿Estoy con quien quiero estar? ¿Quiero estar sol@? Como si el futuro hubiera venido a hacernos una fotografía de nuestra vida presente, de esa escena y en ese marco. Y pararnos ahí. Como en el juego de la silla. A ver en que silla te has quedado quiet@. Si en la silla acolchada que te hace sentir cómod@ o en esa silla dura que no es capaz de adaptarse a tu cuerpo ni tu a ella.
Hay muchas vidas que se sostienen como un juego de manos en el que las cartas siempre están en movimiento y así la realidad no pesa. La vida social y laboral a veces mantiene el equilibrio.
En el confinamiento las relaciones interpersonales se quedaron más quietas que nunca. Y se debía afrontar si o si lo que tenías en casa. Por eso aumentaron tanto los divorcios.
Pienso en todas las situaciones de maltrato y violencia que se debieron vivir. Las relaciones rotas. La soledad mal vivida por impuesta. El extra de vida familiar sin escapatoria. Los planes de futuro aniquilados. Esas vidas que hasta ahora se llevaban con más o menos ligereza porque lo de fuera compensaba lo de dentro. Y lo de dentro no se quería pensar mucho porque así era más fácil.
Igual esta situación ha despejado ruido y bruma para coger fuerza, pasar a la acción y escoger otra vida, otra foto, otra silla. Muchas personas han acudido a terapia con esa intención.
También hubo descubrimientos. Los que por fin disfrutaron de la soledad. Los que volvieron a conocer a su pareja. Los que por fin pasaron tiempo con su familia. En fin…los que volverían a elegir la misma silla si el juego volviera a empezar.
El origami es un arte de origen japonés que consiste en el plegado de papel para construir figuras. Más conocido como papiroflexia en nuestro país, algunos defensores del origami sostienen que, este tiene una vertiente más espiritual que la simple construcción de figuras.
Más allá de la dimensión puramente lúdica, lo cierto, es que el origami puede ser útil para mejorar la memoria, la concentración y para desactivar el cuerpo. Esta actividad nos puede ayudar a mantenernos presentes en el aquí y ahora, ayudando a romper los flujos interminables de pensamientos, y por lo tanto a relajarnos y hacernos sentir centradas.
En el ámbito emocional, este arte ayuda a profundizar en las habilidades de aceptación, perseverancia, paciencia, ayudando a aumentar la tolerancia a la frustración. Asimismo, puede ayudar a optimizar la creatividad y la autoestima, generando finalmente una sensación de valía personal tras cada producción artística.
También podemos incidir a través del origami en aspectos psicomotrices y neurológicos, ya que esta actividad requiere de la coordinación de ambas manos y de la activación de diferentes estructuras cerebrales para realizarla, así como la intervención del sentido del tacto de una manera activa.
¿Cómo empezar a practicar origami?
-Crear una rutina para la práctica.
-Escoger el papel adecuado, no muy grueso, de forma cuadrada, y para empezar de tamaño pequeño-medio. Puede ser interesante probar papel de colores o con estampado.
-Empezar practicando figuras fáciles como la pajarita o el barco. Existen múltiples tutoriales en internet para iniciarse a la práctica.
A menudo, las soluciones aplicadas a los problemas que nos molestan, muchas veces de manera improductiva, pasan a formar parte de nuestro malestar.
A pesar de sentir que una situación no funciona, continuamos realizando una y otra vez la misma respuesta en bucle, como si no existieran alternativas. Bloqueando a menudo, por inercia, un mundo de alternativas, que probablemente nos llevarían a un cambio deseado.
A veces, nuestras acciones cotidianas rutinarias no son la mejor manera de conseguir nuestros objetivos, pero, aun así, no nos cuestionamos esta manera de llevar a cabo nuestras acciones.
Me gustaría dejaros con unos versos de Bertolt Brecht que pienso que ejemplifican muy bien esta idea, cuestionarnos lo cotidiano y normal y la importancia de explorar las alternativas.
Es importante intentar de manera consciente ser creativas en nuestra vida cotidiana. Esto nos permitirá intentar nuevos caminos y abrir diferentes posibilidades de acción. Ya que las costumbres cotidianas, aunque puede parecer que nos simplifican la vida y nos dan cierta sensación de control, también nos pueden restar flexibilidad y libertad.
Habéis asistido a lo cotidiano, a lo que sucede cada día, Pero os declaramos: Aquello que no es raro, encontradlo extraño, Lo que es habitual, halladlo inexplicable, Que lo común os asombre Que la regla os parezca un abuso Y allí donde deis con el abuso, Ponedle remedio.
El desarrollo tecnológico del último siglo ha permitido la implementación de nuevas herramientas en el campo de los estudios científicos sobre los procesos psicológicos y emocionales. Gracias a los recientes hallazgos en neurociencia ahora sabemos mucho más sobre la gran importancia y centralidad de las variables fisiológicas relacionadas con las respuestas emocionales y su funcionamiento, lo que ha abierto la puerta también a nuevas modalidades de intervención que son complementarias a las prácticas psicoterapéuticas tradicionales.
LA CENTRALIDAD DE LA ACTIVACIÓN FISIOLÓGICA EN LAS EMOCIONES
Sabemos que las emociones son respuestas psicofisiológicas que tienen un papel fundamental en nuestra interacción y adaptación al medio, pues contribuyen a la coordinación de respuestas conductuales adaptadas a las exigencias de un contexto en cambio constante. Así pues, las emociones son fenómenos multicomponente que aglutinan aspectos conductuales, cognitivos (de pensamiento) y fisiológicos. El estudio de los caminos neurales del procesamiento emocional ha arrojado luz a la tradicionalmente aceptada dualidad cuerpo-mente y nos insta a reconocer que el organismo es un todo integrado en que cuerpo y mente son indisociables y a enfatizar la gran importancia de la activación fisiológica en nuestras respuestas afectivas.
EL SISTEMA NERVIOSO AUTÓNOMO
Esta activación es mediada por el sistema nervioso autónomo, que es aquél que se ocupa de coordinar funciones muy relevantes para la supervivencia del organismo de forma más automática, sin intervención de nuestra conciencia reflexiva o decisión conscient. El sistema nervioso autónomo, que conecta el cerebro con el cuerpo, permite que aquél reciba información recogida por los sentidos y también que emita una respuesta adecuada al contexto. Tiene dos ramas principales, la rama simpática, que sería el acelerador, que se relaciona con la activación fisiológica ante la demanda (como la respuesta de estrés), y la rama parasimpática, que se considera el “freno”, permitiendo un estado de calma y restauración del organismo al accionarse. Imaginemos que vamos en bicicleta y estamos transitando por una bajada. Utilizaremos una presión ligera en el freno para ir regulando la velocidad, para seguir manteniendo el control en el manejo del vehículo. Retomando la metáfora del freno y acelerador, podemos observar que cuanto más capacidad de modular este freno según el terreno que se me presenta, soltándolo cuando necesito acelerar y accionándolo con la presión correcta según necesite modular la velocidad o incluso frenar completamente, mejor podré transitar por el terreno. Para ello, necesitamos tanto la información del terreno que recogemos con nuestros sentidos como que nuestra respuesta se adecue a lo que percibimos.
Ya Darwin enfatizó la importancia de los procesos fisiológicos en las emociones y la conducta, interesándose por lo que él denominó nervio neumogástrico, que sería lo que hoy día denominamos el nervio vago. Este es el componente central del sistema nervioso parasimpático (el freno) y conecta nuestro cerebro con los órganos vitales de forma bidireccional. Lo que ahora sabemos es que el 80% de estas fibras nerviosas que componen el nervio vago son ascendentes, es decir, que mandan información de nuestro cuerpo al cerebro, y sólo el 20% son descendentes, mandando información del cerebro hacia los órganos.
Esta información ascendente modula nuestro funcionamiento a nivel cerebral, teniendo un impacto en nuestra percepción, atención, procesamiento de la información, toma de decisiones…en un gran abanico de capacidades que son indispensables para coordinar respuestas flexibles a las demandas de la vida.
EL CEREBRO DEL CORAZÓN
Se empieza a hablar del “cerebro del corazón”, ya que se ha demostrado que este órgano es mucho más que un músculo bombeador. Existe un sistema nervioso intrínseco del corazón que está formado por una estructura celular muy parecida a la del cerebro y que permite que este procese información y genere determinadas respuestas de forma independiente. Este sistema se sincroniza con la función cerebral por diversas vías; la ya comentada (impulsos nerviosos a través del sistema nervioso autónomo) pero también a través de intercambios químicos y de su campo electromagnético, que se extiende a varios metros de distancia del cuerpo (lo que también tiene interesantes implicaciones, ya que el campo electromagnético de nuestro corazón interacciona con el de aquellas personas que se sitúen a pocos metros, pero no me voy a extender en este aspecto ya que da para otro artículo entero). Además, el corazón es el órgano que más información manda a nuestro cerebro.
Resumiendo, nuestra función cardíaca tiene más capacidad de influir en nuestro cerebro que a la inversa, lo que nos lleva a la comprensión de que trabajar directamente con las variables fisiológicas permite un abordaje terapéutico “de abajo hacia arriba”, promoviendo mejoras a nivel de funcionamiento cerebral a través de la intervención en el cuerpo, en este caso, en la función cardíaca.
Pero, ¿cómo lo hacemos? Aquí es donde entra en juego el concepto de variabilidad de la frecuencia cardíaca y la coherencia psicofisiológica.
VARIABILIDAD DE LA FRECUENCIA CARDÍACA Y COHERENCIA PSICOFISIOLÓGICA
Un corazón sano no funciona como un metrónomo, sino que presenta una cierta variabilidad entre latidos. Una variabilidad de la frecuencia cardíaca elevada se ha relacionado en los estudios científicos con una buena salud física y psicológica, un mayor bienestar y una mayor capacidad de regulación emocional entre muchos otros beneficios, entre los que también se encuentra una mejor capacidad de atención, concentración y desempeño cognitivo. A su vez, una menor variabilidad se ha relacionado con un deterioro de la salud, con mayor mortalidad por todas las causas, así como con una menor capacidad de regulación emocional que se relaciona con la mayor presencia de diferentes trastornos psicológicos como el estrés crónico, la ansiedad, la depresión y trastornos de la personalidad. A medida que se ha ido investigando sobre el tema, se ha demostrado que la variabilidad de la frecuencia cardíaca es un indicador fisiológico de nuestro tono vagal, que es la capacidad de ejercer un control tónico de la activación fisiológica relacionada con las emociones mediante la modulación del freno vagal que he comentado anteriormente. Cuanto más capaces somos de modular el freno, más podremos controlar el poder activarnos proporcionalmente para hacer frente a una demanda sin soltarlo completamente, lo que sería útil en situaciones amenazantes para la vida en que necesitamos todos nuestros recursos, pero no en múltiples situaciones sociales en las que podría suponer un desgaste innecesario.
A partir de la variabilidad e la frecuencia cardíaca, se ha desarrollado el concepto de coherencia cardíaca, que viene a referirse a un patrón de ritmo cardíaco con unas características concretas, que fomenta una mejor sincronización de nuestro sistema cardíaco y nuestro cerebro. El organismo es un sistema muy complejo que requiere de una buena coordinación entre diferentes subsistemas para su buen funcionamiento. Pues bien, esta sincronización es lo que se ha observado cuando nos encontramos en un estado de coherencia cardíaca.
BIOFEEDBACK DE LA COHERENCIA CARDÍACA
Gracias a las nuevas tecnologías, actualmente disponemos de técnicas no invasivas que nos permiten monitorizar nuestra variabilidad de la frecuencia cardíaca y nuestro grado de coherencia en tiempo real, pudiendo observar el impacto de la regulación emocional en nuestro sistema con una medida objetiva. Asimismo, mediante el tipo de intervención conocida como biofeedback, podemos interevenir de forma ascendente para fomentar un estado de activación fisiológica que nos permita un mejor desempeño cognitivo, una mejor regulación emocional y, en definitiva, una mejor salud física y psicológica. Mediante diferentes técnicas, acompañamos a las personas a adquirir herramientas para entrar en un estado de coherencia psicofisiolófica y nos servimos de la retroalimentación de la información recogida por la monitorización para el entrenamiento de dicho estado así como para la observación de los cambios que producen en nosotros los diferentes estados emocionales y el impacto de nuestra regulación en la función cardíaca y por ende, en el funcionamiento cerebral.
Lo realmente fascinante de todo esto, es que podemos observar cómo la vivencia de emociones más reactivas como el miedo o la rabia, generan patrones cardíacos desorganizados que permanecen en el tiempo mucho más de lo que conscientemente podemos percibir, afectando tanto nuestras funciones cerebrales como nuestro sistema inmunológico. Por el contrario, los estados afectivos como el agradecimiento, la compasión o el amor, generan patrones de ritmo cardíaco coherentes, fluidos, que promueven una buena sincronización con nuestro funcionamiento cerebral, lo que se observa en los registros obtenidos.
Fuente: Instituto Heartmath
Así, aunque todas las emociones, incluso las desagradables, son necesarias para adaptarnos al medio, debemos poder regularlas para poder desarrollar respuestas flexibles i eficaces en cada momento, y es esta habilidad la que desarrollamos mediante el trabajo entorno a la coherencia cardíaca. Aprendemos a desarrollar la resiliencia, nuestra capacidad de afrontamiento, y regular nuestros estados emocionales desde su misma base, permitiendo que los diferentes subsistemas de nuestro cuerpo-mente funcionen de forma sincronizada para obtener mejores niveles de salud física y psicológica y un mejor desempeño a todos los niveles.
Podemos considerar que estamos viviendo una crisis colectiva, si hubiéramos podido decidir, hubiéramos elegido no pasar por esta adversidad, pero evidentemente esto no está en nuestras manos. Lo que sí está en nuestras manos es la actitud que vamos a tomar ante esta situación desafiante.
Aunque es verdad que no podemos cambiar las circunstancias objetivas que han desencadenado esta crisis colectiva, efectivamente hay muchos elementos que escapan de nuestro control y es importante poder aceptarlo. Podemos tomar una actitud activa ante nuestra crisis. Tal y como teorizó el neurólogo y psiquiatra austríaco Viktor Frankl, superviviente de varios campos de concentración durante la segunda guerra mundial, a las personas se les puede arrebatar todo, excepto lo que él llamaba la última voluntad del ser humano, escoger la actitud con la que te puedes enfrentar al sufrimiento.
Lo que puede hacer difícil aceptar determinadas situaciones críticas es la falta de sentido. La incomprensibilidad de tener que vivir una realidad tan injusta, sintiéndonos arrastrados a menudo por las circunstancias. La idea de tener un control parcial sobre el mundo, es golpeada de manera contundente.
Según Frankl, la búsqueda del sentido de la vida es la esencia de la existencia, y este sentido, no se puede dar, cada quien lo ha de encontrar desde su individualidad irrepetible. No es necesario estar siempre preguntándonos cuál es el sentido de la vida, simplemente hay que ir enfrentándose con responsabilidad a los problemas que nos plantee la vida.
Frankl resalta la responsabilidad y la libertad de las personas, incluso en condiciones de gran estrés, dar un sentido a tales experiencias puede permitir sacar algo positivo para la persona. Tomar consciencia de que ante lo que estamos pasando puede existir la posibilidad de adoptar una actitud constructiva, viéndola como posibilidad de aprendizaje, superación personal, autoconocimiento, crecimiento, apoyo y cooperación con las demás personas, etc. Esos serían ejemplos de un sentido existencial del sufrimiento.
En el momento de morir, un padre dejó a sus hijos como única herencia un cofre que contenía dos anillos. Un anillo era de oro con incrustaciones de diamante, y el otro era de latón, con una frase inscrita. El hermano mayor dijo: “Como soy el hermano mayor, me quedo con el anillo de oro y brillantes, y para ti, el otro”. El hermano pequeño aceptó encantado. Por cosas de la vida los dos hermanos se alejaron. Al cabo de los años se volvieron a encontrar, y el hermano mayor le confesó: “Desde que heredé este anillo de nuestro padre, me he sentido muy infeliz, en verano cuando el sol resplandece, el anillo brilla mucho, y su resplandor es la envidia de todo el mundo, hecho que me ha costado muchos disgustos; y durante el invierno, cuando la luz del sol disminuye, el anillo deja de brillar, cosa que me deprime mucho”. El hermano pequeño por su parte, le explicó: “Es curioso, pero a mí me ha pasado lo contrario, desde que tengo este anillo he sido muy feliz. Cuando durante el verano todo es luz y alegría, leo la inscripción del anillo “Esto también pasará”, y de esta manera puedo vivir el presente, pero cuando la alegría se va, no me deprimo. Durante en el invierno, cuando los días son oscuros y fríos, y la enfermedad y la muerte rondan la villa, leo el anillo “Esto también pasará”, y me da fuerzas para pasar los momentos difíciles. Así pase lo que pase, cuando leo “Esto también pasará” mi corazón se tranquiliza y sosiega, y puedo vivir en paz”.
Hoy me gustaría compartir un poema de Charles Bukowski que nos recuerda la importancia de la libertad, la responsabilidad y la autonomía. Nadie puede hacernos felices, tampoco infelices, nadie puede sacarnos de una mala época, ni solucionarnos los problemas, nadie sino tú:
Nadie puede salvarte sino
tú mismo. te verás una y otra vez en situaciones casi imposibles. intentarán una y otra vez por medio de subterfugios, engaños o por la fuerza que renuncies, te des por vencido y/o mueras lentamente por dentro.
nadie puede salvarte sino tú mismo y será muy fácil desfallecer, pero muy fácil, pero no desfallezcas, no, no. limítate a mirarlos. escucharlos. ¿quieres ser así? ¿un ser sin cara, sin mente, sin corazón? ¿quieres experimentar la muerte antes de la muerte?
nadie puede salvarte sino tú mismo y mereces salvarte. no es una guerra fácil de ganar pero si algo merece la pena ganar, es esto.
piénsalo. piensa en salvarte a ti mismo. tu parte espiritual. la parte de tus entrañas. tu parte mágica y ebria. sálvala. no te unas a los muertos de espíritu.
mantente con buen talante y garbo y al cabo, si fuera necesario, apuesta tu vida en plena refriega, al carajo las probabilidades, al carajo el precio.
nadie puede salvarte sino tú mismo. ¡Hazlo! ¡sálvate! entonces sabrás exactamente de qué hablo.
Dic 14 2020
El vacío existencial
Nos referimos a la sensación de vacío profunda o pérdida de sentido vital, cuando tienes la sensación que ya nada te llena especialmente y no sientes la motivación por prácticamente ninguna actividad cotidiana. Esta sensación de vacío es a la que Frankl llamó “vacío existencial”.
Según Viktor Frankl (2003), creador de la Logoterapia (la terapia centrada en el sentido de la vida), el vacío existencial es una nueva manera de padecer en nuestra época. Es una cuestión existencial que responde a la constatación de una falta de sentido. Es una manera de decirte a ti mismo que llevas mucho tiempo desconectada de aquello que realmente que realmente tiene sentido para ti.
¿Cómo revertir este proceso?
Para conseguir revertir el vacío, debemos encontrar un sentido vital, hallar un para-qué-vivir.
La respuesta de Frankl sobre cómo encontrar sentido viene a través de los valores vivenciales. Los cuales éste define como aquellas situaciones donde descubrimos lo que el mundo nos da todo el tiempo. Es un ejercicio consciente de elección el volver visible estos valores y situaciones. Hay millones de valores vivenciales qué descubrir para afrontar el vacío existencial. Las relaciones sociales, vínculos afectivos, el contacto con la naturaleza, los placeres diarios, etc.
Los otros valores que dan sentido a la vida son los creativos. Aquellas cosas que hacemos y que damos al mundo. Es fundamental darte cuenta de lo hábil que eres para muchas cosas que haces a diario.
Y aunque no lo parezca, para Frankl, el valor de la actitud en medio de una situación dolorosa, es el sentido que más aporta a nuestras vidas.
Por lo tanto, el Sentido se descubre a través de:
– Hacer o crear.
– Viviendo o amando algo o alguien.
– Experimentando situaciones desesperadas. Tocando fondo en su existencia.
En esta obra de Albert Gyorgy, artista plástico y escultor nacido en Lueta (Transilvania -Rumanía-) aunque perteneciente a la minoría húngara, creó en 2012, nos intenta representar escultóricamente la sensación de vacío.
By Magda Del Pilar • Terapia Individual • Tags: logoterapia, vacío existencial