Oct 30 2019
El miedo al cambio.
A menudo nos cuesta poder salir de nuestras creencias de lo que pensamos que es correcto y “normal”, recibimos una herencia invisible en forma de constructos y manera de ver el mundo de la que a veces es difícil poder escapar. En algunas ocasiones, alguien pierde el miedo al cambio y emprende un camino, que, a pesar de ser doloroso, también le acerca más a una vida realizada. Para ejemplificar esto me gustaría dejaros con un cuento:
Cuenta una historia que el joven rey de un imperio lejano se cayó un día de su caballo y se rompió las dos piernas. A pesar de contar con los mejores médicos, ninguno consiguió devolverle la movilidad. No le quedó más remedio que caminar con muletas. Debido a su personalidad orgullosa, mandó publicar un decreto por el cual se obligaba a todos los habitantes a llevar muletas. Del día a la noche, todo el mundo comenzó a arrastrarse –en contra de su voluntad– con el apoyo de dos palos de madera. Las pocas personas que se rebelaron fueron arrestadas y condenadas a muerte. Desde entonces, las madres fueron enseñando a sus hijos a caminar con la ayuda de muletas en cuanto comenzaban a dar sus primeros pasos.
Y dado que el monarca tuvo una vida muy longeva, muchos habitantes desaparecieron llevándose consigo el recuerdo de los tiempos en que se andaba sobre las dos piernas. Años más tarde, cuando el rey finalmente falleció, los ancianos que todavía seguían vivos intentaron abandonar sus muletas, pero sus huesos, frágiles y fatigados, se lo impidieron. Acompañados por sus inseparables muletas, en ocasiones trataban de contarles a los más jóvenes que años atrás la gente solía caminar sin la necesidad de utilizar ningún soporte de madera. Sin embargo, los chicos solían reírse de ellos.
Movido por su curiosidad, en una ocasión un joven intentó caminar por su propio pie, tal y como los ancianos le habían contado. Al caerse al suelo constantemente, pronto se convirtió en el hazmerreír de todo el reino. Sin embargo, poco a poco fue fortaleciendo sus entumecidas piernas, ganando agilidad y solidez, lo que le permitió dar varios pasos seguidos. Curiosamente, su conducta empezó a desagradar al resto de habitantes. Al verlo pasear por la plaza, la gente dejó de dirigirle la palabra. Y el día que el joven –ya recuperado– comenzó a correr y a saltar, ya nadie lo dudó; todos creyeron que se había desquiciado por completo… En aquel reino, donde todo el mundo sigue llevando una vida limitada caminando con la ayuda de muletas, al joven se le recuerda como “el loco que caminaba sobre sus dos piernas”.
Abr 5 2020
Esto también pasará.
En el momento de morir, un padre dejó a sus hijos como única herencia un cofre que contenía dos anillos. Un anillo era de oro con incrustaciones de diamante, y el otro era de latón, con una frase inscrita.
El hermano mayor dijo: “Como soy el hermano mayor, me quedo con el anillo de oro y brillantes, y para ti, el otro”. El hermano pequeño aceptó encantado.
Por cosas de la vida los dos hermanos se alejaron. Al cabo de los años se volvieron a encontrar, y el hermano mayor le confesó: “Desde que heredé este anillo de nuestro padre, me he sentido muy infeliz, en verano cuando el sol resplandece, el anillo brilla mucho, y su resplandor es la envidia de todo el mundo, hecho que me ha costado muchos disgustos; y durante el invierno, cuando la luz del sol disminuye, el anillo deja de brillar, cosa que me deprime mucho”. El hermano pequeño por su parte, le explicó: “Es curioso, pero a mí me ha pasado lo contrario, desde que tengo este anillo he sido muy feliz. Cuando durante el verano todo es luz y alegría, leo la inscripción del anillo “Esto también pasará”, y de esta manera puedo vivir el presente, pero cuando la alegría se va, no me deprimo. Durante en el invierno, cuando los días son oscuros y fríos, y la enfermedad y la muerte rondan la villa, leo el anillo “Esto también pasará”, y me da fuerzas para pasar los momentos difíciles. Así pase lo que pase, cuando leo “Esto también pasará” mi corazón se tranquiliza y sosiega, y puedo vivir en paz”.
By Magda Del Pilar • Sin categoría, Terapia Individual • Tags: cuento