Nov 23 2014
La fidelidad empieza por uno mismo
La infidelidad es tan antigua como la propia humanidad, está muy presente en nuestra sociedad y existe un gran negocio establecido entorno a ello. Las estadísticas más optimistas apuntan que una de cada tres parejas son infieles. Otras investigaciones no lo son tanto: la fidelidad pertenece a un 40 %. No parecen haber un acuerdo sobre porcentajes relativos a cuestión. El debate sobre la fidelidad vs. promiscuidad es un tema controvertido: Existe la fidelidad? Es posible ser fiel a la pareja toda una vida? hay opiniones para todo: la promiscuidad es una conducta del ser humano que unos atribuyen a la biología y otros al ámbito cultural, pero es posible reconducir esta conducta?
Según Joserra Landarroitajauregui (sexólogo), “la fidelidad es un valor demasiado grande para que quepa en el poco espacio que existe entre las piernas”. No es por tanto una simple cuestión de contacto físico sexual, es algo más complejo: pasa por un acto de previa reflexión personal, por la construcción propia de valores como la lealtad o voluntad de cumplir una promesa. Requiere un trabajo individual (aprender a ser fiel a uno mismo y a construir un sistema de valores propio) y pasa por definir un código de entendimiento con la pareja. Voluntaria y libremente la persona decide ser fiel y pacta con la pareja unas condiciones establecidas entre ambos llegando así a un acuerdo basado en el respeto propio y ajeno.. A veces las reglas en las parejas se presuponen, no se hablan, y luego vienen los malentendidos y el sufrimiento.
La infidelidad no se reduce únicamente al hecho de tener sexo con otras personas que no sean la pareja, es algo más elaborado, es la ruptura de un acuerdo sobre la intimidad; si dos personas acuerdan mantener contactos sexuales con otras personas entonces no hay infidelidad porque no se rompe ningún acuerdo. A veces la infidelidad temida puede ser la que más sufrimiento cause, manera de solucionarlo? Trabajo personal (ganar confianza en uno mismo) y diálogo en pareja.
La base está en el pacto. Se tiene que establecer ese compromiso y hacerlo explícito.
En cualquier pareja la fe debería ser algo fundamental, como lo es en el establecimiento de cualquier tipo de contrato. Cuando dos personas deciden ser pareja, automáticamente se crea una asociación, cada parte con unos valores, unas creencias, unas ideas construidas sobre cómo debería ser “estar en pareja”. Por este motivo es importante que se pueda explicitar toda esta información para poder establecer acuerdos o “contratos”, en los que ambos creen como lo mejor para ellos y para la pareja. Por este motivo la comunicación en pareja es tan importante, porque es lo que posibilita el entendimiento.
En la pareja se establecen condiciones que se construyen y se consensuan, se pacta sobre los compromisos que se adquieren: proyectos de futuro, hijos, economía, intimidad, fidelidad. Parece poco romántico, pero es efectivo. En una pareja ideal, deberíamos aprender a ser fieles a esos pactos, sea cuales sean, esto nos facilitaría mucho las cosas.
Algunas pautas para construir de forma sana la intimidad y compromiso en pareja:
- Reflexiona previamente qué es para ti la fidelidad. Qué significa para ti tener un compromiso en pareja: crees en la exclusividad sexual? Te importaría que tu pareja tuviera contactos sexuales fuera de la pareja?
- No des por hecho que tu pareja y tú entendéis lo mismo por fidelidad. Dialogad sobre el significado y estableced acuerdos. Si no hay acuerdo quizás es un momento para redefinir la relación: mirar hacia otro lado cuando hay un desacuerdo en algo tan nuclear para la pareja sólo provocará sufrimiento en el futuro.
- Responsabilízate de tu parte en ese pacto o compromiso establecido e intenta no exponerte a situaciones que puedan generarte conflicto de lealtades.
- Aprende a gestionar tu deseo, porque cada uno de nosotros lo gestionamos de forma distinta.
- Sé realista: uno puede ser fiel aunque tu pensamiento no te coincida. Es natural sentir deseo por otras personas que no sean tu pareja, y no puedes asegurar que nunca te guste nadie más, otra cosa es lo que quieras hacer con ese deseo y el acuerdo que hayáis establecido tu pareja y tú entorno a esta cuestión. En palabras de Walter Riso, la fidelidad es producto de la voluntad y una decisión consciente; con el amor no basta para ser fiel.
Ene 29 2020
Superar una infidelidad
La infidelidad es una de las crisis más difíciles por las que puede atravesar una relación de pareja. Aunque el hecho en sí duela, el dolor más profundo se produce por el quebrantamiento de la confianza en el seno de la relación, que es uno de sus pilares fundamentales. Las características de la infidelidad, el tiempo de relación o la situación vital de los miembros de la pareja son indicadores a tener en cuenta en el daño percibido, pero lo más nuclear suele ser una sensación profunda de traición por parte de alguien en quien habíamos confiado y a quien habíamos abierto nuestro corazón.
El primer impacto trae consigo mucha confusión, rabia, frustración. Es posible que la persona que sufre la infidelidad tenga sentimientos encontrados y oscile entre la rabia por la injusticia percibida, tristeza por la pérdida de la relación de confianza tal y como la conocían y miedo a perder a la pareja por la que todavía se tienen sentimientos. Por su lado, la persona que ha cometido la infidelidad puede acarrear una gran culpa y tristeza. Es importante poder elaborar esos sentimientos y darnos permiso para transitarlos y expresarlos para poder procesar la experiencia y darle un significado, pero no utilizándolos como arma de arrojo, sino para poder comprender la experiencia única que este hecho supone para nosotros en este momento de nuestra vida.
A veces, tendemos a minimizar los sentimientos en un intento de superarlo “rápidamente”, de algún modo hacer borrón y cuenta nueva y olvidar lo sucedido para recuperar la relación. Sin embargo, negar o reprimir nuestras emociones no las elimina, sino que las aprisiona en nuestro interior, de donde pueden emerger en cualquier momento como un volcán en erupción o, en el peor de los casos, enquistarse en nuestro interior.
Otras veces lo que ocurre es que la rabia incontrolada nos lleva a castigar al otro, a movilizar su ansiedad, esperando tal vez que la deuda sea saldada con un daño equiparable al que sufrimos. Pero no es una deuda que se salde con el dolor del otro. Sólo nosotros mismos tenemos el poder de decisión sobre las facturas pendientes que albergamos en nuestro interior.
Así pues, el único camino es transitar y comprender este dolor, lo que ha supuesto para nosotros la experiencia y el impacto percibido en nuestro sentido del yo.
Paralelamente hay que generar espacios en la pareja para que ese dolor pueda ser expresado, desarrollado y compartido. Ante el campo devastado y árido que puede sucederse después de una infidelidad, un encuentro en que ambos puedan expresarse y escuchar con curiosidad, compasión y empatía el dolor del otro supone un pequeño brote verde que lucha por emerger de las grietas de ese terreno que se nos antoja impracticable.
LA CORRESPONSABILIDAD
En una pareja ambos somos corresponsables de las dinámicas de funcionamiento que establecemos y de los aspectos que acontecen en el seno de una relación con tanta carga emocional. Este aspecto es relevante en el proceso de superar una infidelidad, pues nos llevará a analizar conjuntamente el contexto en el que ha aparecido la crisis y poder dar un significado a esta para poder comprender y aprender de ello, además de ser una oportunidad para revisar aquellos aspectos disfuncionales de nuestra relación anterior a la infidelidad.
EL PERDÓN
Tras expresar y elaborar nuestros sentimientos y haber construido un significado sobre la situación llegamos al punto de la decisión sobre perdonarnos a nosotros mismos y/o al otro y muchas ideas preconcebidas sobre lo que supone perdonar pueden suponer una barrera en el proceso.
Perdonar no significa que no nos importe el daño que nos han hecho ni que eximamos al otro de la responsabilidad de sus acciones.
El perdón NO es sinónimo de olvido, sino permitir la reparación del dolor. El olvido no es algo que se pueda generar intencionadamente de forma directa, no funciona por ese mecanismo. Cada vez que pienso que quiero olvidar algo y me quedo rumiando sobre ello, paradójicamente estoy reforzando su recuerdo. Los pensamientos pueden venir a nuestra mente pero podemos elegir si sumergirnos en ellos o dejarlos marchar. Así, el comprometernos con el perdón, con la elección de liberarnos del resentimiento significa deliberada y conscientemente dejar marchar los pensamientos rumiativos y ser conscientes de que aunque los pensamientos o recuerdos aparezcan no somos sus esclavos y podemos elegir dejarlos marchar y decidir en qué queremos focalizar nuestra atención y energía.
Perdonar tampoco significa reconciliarse. Es posible que logremos romper las facturas pendientes y rehusemos al pago de la deuda, pero que después de andar el camino de autoconocimiento, significado y decisión que supone el camino del perdón, decidamos que no queremos retomar la relación donde se produjo la deuda. Así, aunque el perdón es necesario para la reconciliación, no es suficiente para ella.
LA (POSIBLE) RECONCILIACIÓN
En los casos en los que la pareja decide embarcarse en el proceso de reconciliación, la experiencia puede ser una oportunidad de reorganizar aspectos de la relación anterior y poder construir un vínculo más saludable y reforzado una vez se ha podido expresar y procesar las emociones difíciles y se ha abierto un espacio para la reparación. No es fácil, y supondrá un esfuerzo consciente e intencionado por parte de los miembros de la pareja por integrar lo sucedido en la historia de su relación sin negarlo pero también sin volver a ello constantemente e ir poco a poco reconstruyendo la confianza, evitando que el miedo a que vuelva a ocurrir nos lleve a los celos y el control.
Así, el perdón, es una decisión consciente y deliberada de liberarnos del sufrimiento. A priori nos puede parecer que sólo tiene beneficios para la persona perdonada, que de algún modo absuelta de su “pecado” pero la realidad es que el perdón nos permite a nosotros mismos liberarnos del resentimiento, el rencor, los deseos de venganza y un sinfín de reacciones emocionales que nos perjudican y que lejos de ayudarnos nos paralizan e invaden un espacio mental que podríamos estar invirtiendo en nuestro propio desarrollo y bienestar, decidamos permanecer o no en la relación.
By Mariona Xaubet • Sin categoría, Terapia de pareja • Tags: infidelidad, Pareja, perdón