La infidelidad es una de las crisis más difíciles por las que puede atravesar una relación de pareja. Aunque el hecho en sí duela, el dolor más profundo se produce por el quebrantamiento de la confianza en el seno de la relación, que es uno de sus pilares fundamentales. Las características de la infidelidad, el tiempo de relación o la situación vital de los miembros de la pareja son indicadores a tener en cuenta en el daño percibido, pero lo más nuclear suele ser una sensación profunda de traición por parte de alguien en quien habíamos confiado y a quien habíamos abierto nuestro corazón.
El primer impacto trae consigo mucha confusión, rabia, frustración. Es posible que la persona que sufre la infidelidad tenga sentimientos encontrados y oscile entre la rabia por la injusticia percibida, tristeza por la pérdida de la relación de confianza tal y como la conocían y miedo a perder a la pareja por la que todavía se tienen sentimientos. Por su lado, la persona que ha cometido la infidelidad puede acarrear una gran culpa y tristeza. Es importante poder elaborar esos sentimientos y darnos permiso para transitarlos y expresarlos para poder procesar la experiencia y darle un significado, pero no utilizándolos como arma de arrojo, sino para poder comprender la experiencia única que este hecho supone para nosotros en este momento de nuestra vida.
A veces, tendemos a minimizar los sentimientos en un intento de superarlo “rápidamente”, de algún modo hacer borrón y cuenta nueva y olvidar lo sucedido para recuperar la relación. Sin embargo, negar o reprimir nuestras emociones no las elimina, sino que las aprisiona en nuestro interior, de donde pueden emerger en cualquier momento como un volcán en erupción o, en el peor de los casos, enquistarse en nuestro interior.
Otras veces lo que ocurre es que la rabia incontrolada nos lleva a castigar al otro, a movilizar su ansiedad, esperando tal vez que la deuda sea saldada con un daño equiparable al que sufrimos. Pero no es una deuda que se salde con el dolor del otro. Sólo nosotros mismos tenemos el poder de decisión sobre las facturas pendientes que albergamos en nuestro interior.
Así pues, el único camino es transitar y comprender este dolor, lo que ha supuesto para nosotros la experiencia y el impacto percibido en nuestro sentido del yo.
Paralelamente hay que generar espacios en la pareja para que ese dolor pueda ser expresado, desarrollado y compartido. Ante el campo devastado y árido que puede sucederse después de una infidelidad, un encuentro en que ambos puedan expresarse y escuchar con curiosidad, compasión y empatía el dolor del otro supone un pequeño brote verde que lucha por emerger de las grietas de ese terreno que se nos antoja impracticable.
LA CORRESPONSABILIDAD
En una pareja ambos somos corresponsables de las dinámicas de funcionamiento que establecemos y de los aspectos que acontecen en el seno de una relación con tanta carga emocional. Este aspecto es relevante en el proceso de superar una infidelidad, pues nos llevará a analizar conjuntamente el contexto en el que ha aparecido la crisis y poder dar un significado a esta para poder comprender y aprender de ello, además de ser una oportunidad para revisar aquellos aspectos disfuncionales de nuestra relación anterior a la infidelidad.
Fuente: TOMASZ MRO
EL PERDÓN
Tras expresar y elaborar nuestros sentimientos y haber construido un significado sobre la situación llegamos al punto de la decisión sobre perdonarnos a nosotros mismos y/o al otro y muchas ideas preconcebidas sobre lo que supone perdonar pueden suponer una barrera en el proceso.
Perdonar no significa que no nos importe el daño que nos han hecho ni que eximamos al otro de la responsabilidad de sus acciones.
El perdón NO es sinónimo de olvido, sino permitir la reparación del dolor. El olvido no es algo que se pueda generar intencionadamente de forma directa, no funciona por ese mecanismo. Cada vez que pienso que quiero olvidar algo y me quedo rumiando sobre ello, paradójicamente estoy reforzando su recuerdo. Los pensamientos pueden venir a nuestra mente pero podemos elegir si sumergirnos en ellos o dejarlos marchar. Así, el comprometernos con el perdón, con la elección de liberarnos del resentimiento significa deliberada y conscientemente dejar marchar los pensamientos rumiativos y ser conscientes de que aunque los pensamientos o recuerdos aparezcan no somos sus esclavos y podemos elegir dejarlos marchar y decidir en qué queremos focalizar nuestra atención y energía.
Perdonar tampoco significa reconciliarse. Es posible que logremos romper las facturas pendientes y rehusemos al pago de la deuda, pero que después de andar el camino de autoconocimiento, significado y decisión que supone el camino del perdón, decidamos que no queremos retomar la relación donde se produjo la deuda. Así, aunque el perdón es necesario para la reconciliación, no es suficiente para ella.
LA (POSIBLE) RECONCILIACIÓN
En los casos en los que la pareja decide embarcarse en el proceso de reconciliación, la experiencia puede ser una oportunidad de reorganizar aspectos de la relación anterior y poder construir un vínculo más saludable y reforzado una vez se ha podido expresar y procesar las emociones difíciles y se ha abierto un espacio para la reparación. No es fácil, y supondrá un esfuerzo consciente e intencionado por parte de los miembros de la pareja por integrar lo sucedido en la historia de su relación sin negarlo pero también sin volver a ello constantemente e ir poco a poco reconstruyendo la confianza, evitando que el miedo a que vuelva a ocurrir nos lleve a los celos y el control.
Así, el perdón, es una decisión consciente y deliberada de liberarnos del sufrimiento. A priori nos puede parecer que sólo tiene beneficios para la persona perdonada, que de algún modo absuelta de su “pecado” pero la realidad es que el perdón nos permite a nosotros mismos liberarnos del resentimiento, el rencor, los deseos de venganza y un sinfín de reacciones emocionales que nos perjudican y que lejos de ayudarnos nos paralizan e invaden un espacio mental que podríamos estar invirtiendo en nuestro propio desarrollo y bienestar, decidamos permanecer o no en la relación.
En todos los sistemas familiares (sean del tipo que sea) para poder funcionar es necesario crear reglas, como también se crean unos valores:
Algunas de estas son reconocidas por todos los miembros. Son reglas que se plantean de forma explícita. Ejemplo: llegar antes de las 23 h a casa, hasta que todo el mundo no está sentado en la mesa no se empieza a comer a la vez… Son reglas que se pueden cuestionar, hablar, aunque esto no significa que se puedan cambiar fácilmente.
Reglas implícitas: No son conscientes. Se da por entendido que existen, no se habla de ellas. Un ejemplo podría ser “no tener relación sexual con otras personas”; “Esperar que sea el hombre que da el paso para pedir relaciones sexuales”…
Reglas secretas: Son modos de actuar de un miembro que bloquean la forma de actuar de otros miembros. Actos que tienden a desencadenar actitudes deseadas. Por ejemplo “de la muerte de tu padre no se habla”, “no le diremos al niño que es adoptado”
Al iniciarse una vida de pareja, cada miembro se presenta en el nuevo hogar con una “maleta” de reglas, valores…. que son diferentes entre sí, que tendrán que ser cuestionados y negociados; puede ser que se mantengan, que se modifiquen o que se eliminen, según la realización de esta tarea puede o no haber conflictos futuros en la relación.
Algunos ejemplos de reglas implícitas por la familia de origen de pacientes ;
“Mis padres me han visto más seria, que no era la chica risueña, que antes siempre estaban contenta, pero que me respetaban, que me veían feliz con mi marido y que no se metían nunca en nada. Veían cosas que no les gustaba como la manera de tratarme que tenía él, como por ejemplo tenía la costumbre de decirme “te voy a reventar la cabeza”, “aquí el macho soy yo”… lo decía medio en broma, pero que a mis padres se que no les gustaba, nunca dijeron nada porque entendían que dentro de un matrimonio no se puede uno meter.
“En mi casa creo que siempre ha existido la creencia que te casas para toda la vida”
La dificultad aparece cuando una de los miembros vive mal estas reglas y no habla de ello.
¿Cuántas cosas cambiarían si las parejas que inician una relación hicieran explícito lo que esperan, quieren y lo que no aceptarían?
La comunicación y negociación en una relación de pareja, como de familia deberían ser claves para conseguir que funcionen.
A más explicitas son las reglas más facil poder hablar de ellas, negociarlas, eliminar confusiones, malas interpretaciones y conflictos.
Si no pides directamente te puedes encontrar mucha frustración en tu vida.
Un aspecto muy común que se da en una relación de pareja (en otras también aparece) es creer que el otro miembro de la relación por el simple hecho de quererte tendría que saber qué necesitas o deseas sin hacer una demanda explicita. Muchas veces o no se hace o se realiza de forma implícita. Con la frustración e incordio de resultado.
Un ejemplo que explico a terapia: Imagina que hay una pareja en un coche. El hombre está conduciendo y la mujer está de copiloto. La chica está cansada y hace rato que están en el vehículo. Empieza a pensar “ostras. Franc tendría que parar ya. Tendría que saber que ya llevamos mucho rato y que estoy cansada. Son las 6 de la tarde y él sabe que a esta hora yo necesito un café con leche. Veo una cafetería, a ver si paramos….” –
La pareja pasa de largo la cafetería. Y Ella vuelve a pensar -“¡qué rabia!. ¿Cómo es que no hemos parado? Siempre va a su bola. NO me tiene en cuenta. ¡¡Vaya!!. Ahora veo otro bar. Ahora le diré que quiero parar”: -Franc, Quieres un café?-
Y él tranquilamente contesta; – ¡No!-
Ella en silencio se pone roja y vuelve a pensar; “Qué egoísta. Siempre hacemos lo que él quiere. NO me tiene en cuenta. Sólo piensa en él mismo”….
La historia podría continuar con él preguntándole a ella si le pasa algo y ella quizás contestar con los dientes apretados -No me pasa nada!- (entonces él podría continuar conduciendo pensando que no pasa nada. O sorprendido porque la ve enfadada pero no tiene ni idea de cuál es el motivo). O ella decirle “!Tendrías que saberlo¡”, o también podría a partir de este momento empezar una discusión donde ella lo acusara de egoísta y otras cosas, y él a ella de flipada o cosas similares .
Pero, hagamos una parada de reflexión: ante una pregunta cerrada “¿quieres un café?” , sólo se pueden realizar dos respuestas: “Sí, quiero un café” o “no quiero un café”. Por lo tanto, la respuesta del hombre era gramaticalmente coherente. No aparece en ningún momento la necesidad de ella. Sino un deseo qué él entendiera con esta pregunta la indirecta que ella sí que necesitaba parar y hacer un café o fuera educado y le preguntes automáticamente “¿Y tú, que quieres uno?”. Parece muy “romántico” (para no decir fantasioso o mágico) que la pareja pueda adivinar las necesidades y deseos del otro, pero no es realista. Cada persona tiene que ser responsable de pedir y hacer lo posible para que las otras personas sepan qué quiere o necesita sin que quede duda, de una forma directa.
Esto es mucho más común en el colectivo femenino. Que ha crecido sin haber aprendido esta regla; tienes derecho y la obligación de ser claro con el que quieres y necesitas. Otra hipótesis que hay detrás de pedir de forma indirecto es la falsa fantasía que así no sientes el rechazo o negación del otro hacia tu persona de una forma tan clara (no suena igual escuchar un NO detrás de la frase “Quiero un café!, quiero parar” que si lo oye ante la pregunta “¿quieres un café?”). Pero independientemente de la causa que lo provoca, podemos decir que la consecuencia es la misma: La frustración, decepción, rabia, tristeza, discusión…..
La próxima vez que quieras un café. ¡¡Ya sabes!! Pídelo directamente. Quizá te ahorres muchos problemas y te tomes un café.
Eva Aguilar
Psicologa sanitaria, psicoterapueta , terapeuta sexual y de pareja
¿Tengo una nueva relación y me da miedo que esto pueda perjudicar a mis hijos, es normal?
Por supuesto que es normal no saber qué hacer ante una nueva situación. El concepto de familia ha ido mutando con el paso de los años dando pie a nuevas realidades familiares que requieren en muchas ocasiones de nuestra intervención como psicólogos. Cada vez acuden con mayor frecuencia a consulta personas que solicitan asesoramiento sobre cómo afrontar de la mejor manera una nueva relación sentimental frente a sus propios hijos fruto de una relación anterior. Cómo gestionar esta nueva situación es motivo de preocupación para muchísimas personas.
¿Cuál es la regla de oro para afrontar bien la nueva situación?
Creo firmemente en que la mayor parte de las personas intentan manejar su vida de la mejor forma, con mayor motivo en el caso de aquellos que tienen descendencia, precisamente por la responsabilidad que ello implica. Una decisión de un adulto con hijos afectará positiva o negativamente siempre a éstos últimos por lo que, como adultos debemos intentar minimizar al máximo e l impacto negativo que puedan generar estas decisiones en los menores.
Los padres, exceptuando casos puntuales, generalmente intentan que sus hijos reciban lo que consideran que es “lo mejor”, otra cosa es que lo que consideran “lo mejor” sea lo más sano o adecuado para los niños. Muchas veces el error en la educación de los hijos se crea “en nombre del amor” y con las mejores intenciones. El amor que se siente hacia los hijos no es suficiente para protegerlos de los errores de los adultos. Por eso creo que una de las reglas de oro y claves para afrontar la nueva situación es la propia REFLEXIÓN, permitirse espacio para pensar antes de presentar a esa nueva persona en la vida de tus hijos, y no dar por hecho que las cosas se hacen únicamente de una manera determinada.
También creo que es interesante desculpabilizar a los progenitores en sus prácticas, pero sí hacer una llamada a la toma de responsabilidad para minimizar al máximo el impacto que puede tener en los menores las decisiones de los padres. Este proceso de responsabilidad pasa por perder el miedo a hacerse preguntas y, ¿por qué no? explorando nuevas alternativas que permitan un acercamiento mayor a un ambiente lo más estable posible, por el bien de los hijos, de las parejas y ex parejas y de la propia persona.
En el próximo artículo compartiré algunas pautas sobre cómo introducir en la vida de tus hijos a tu nueva pareja, no te lo pierdas!
A menudo tenemos ideas sobre las relaciones de pareja que pueden llevarnos a tener problemas constantes, discusiones y sentimientos de insatisfacción o infelicidad. Las creencias sobre el amor romántico en las que nos educan suelen ser las responsables de que tengamos unas expectativas sobre las relaciones poco realistas e insanas. Las relaciones sólo deben basarse en una atracción natural, respeto mutuo y proyecto común. Si podemos llegar a un acuerdo que contenga tu felicidad y la mía, será un éxito. Si quiero que cumplas con la idea que hay en mi cabeza, probablemente será un fracaso. Si estás pasando una crisis en tu relación, quizá te pueda ir bien repasar algunos puntos:
– El mito de la media naranja: Parte de la idea de que estamos incompletos y la pareja tiene que completarnos. Si tenemos clara la idea de que mantener la individualidad e igualdad es imprescindible para la salud de la pareja, no buscamos imposibles.
– Tenemos que hacerlo todo juntos: ¿Por qué? Es positivo para la relación que tengamos nuestro espacio y luego lo podamos compartir, no perdamos contacto con nosotros mismos y el exterior. Aire, frescura y quizá un punto de ligera añoranza son positivas para la relación.
– Todo debe continuar como el primer día: Realmente es imposible. A medida que vaya pasando el tiempo habrá cosas que se extingan para dar lugar a otras nuevas. Si te resistes a este conocimiento profundo del otro y la aceptación de los cambios inherentes a la vida te generas dudas y sufrimientos innecesarios.
– Tú me tienes que hacer feliz: Demasiada responsabilidad para el otro ¿no? Tu felicidad es tu proyecto de vida, la vía está en ti. Otra persona no puede dártela si tú no trabajas en ella. Si la relación no te hace feliz, puede que estés buscando en el lugar equivocado.
– ‘Soy tuyo/a’ o nos pertenecemos: Las personas no somos propiedades, no necesitamos un dueño. Tener una actitud paternalista es peligroso porque es fuente de control, celos, chantajes y mal trato psicológico. Del respeto a la posesión hay un abismo.
La convivencia es algo complejo, pero con una base confianza y buena comunicación la satisfacción con la pareja mejora mucho. Si olvidamos la idea de la ‘pareja perfecta’ y nos limitamos a caminar junto a una persona que nos gusta y nos aporta será una experiencia enriquecedora.
Si crees que no lo consigues, una terapia puede ayudarte a resolver tus dudas.
(de Izda. a Dcha. ) Anna Ayala, Periodista, Francesc Núñez, Sociólogo, el Dr. Estivill, especialista en sueño y Alicia Romero, Psicóloga
Dormir , soñar y despertar con la persona amada es de lo más romántico, pero puede ser que compartir cama genere tensiones que afecten a la relación, hasta el punto que sea aconsejable utilizar camas separadas … o, aún más , habitaciones separadas .. . O es posible , también, que una pareja se lleve mejor viviendo cada uno en su casa, y encontrándose cuando les apetezca o tengan ocasión . Personas que se emparejan pero quieren preservar su independencia , ya sea porque se han acostumbrado a vivir solas , porque vienen de anteriores relaciones , porque tal vez tienen hijos … ¿ Cómo afecta la relación de pareja el hecho de dormir en camas o habitaciones separadas, o incluso vivir en pisos diferentes ? ¿ Puede fortalecer y beneficiar la relación ? ¿ O quiere decir falta de compromiso, y que algo no va bien ? ¿ Se puede tener buen sexo ? El pasado martes 12 de Julio , en “ Les mil i una nits “ de Catalunya Ràdio , hablamos de distancia física y proximidad sexoafectiva, junto al Dr. Eduard Estivill, y el sociólogo Francesc Núñez. Si te apetece escucharlo sólo tienes que hacer click en el siguiente enlace
Puede que te pase con cierta frecuencia. Estás en compañía de ciertas personas y al final te vas con un mal sabor de boca. O mejor dicho, algo te molesta en la boca del estómago. Parece culpa o vergüenza, pero no sabes muy bien por qué. Esas relaciones no fluyen, siempre eres tú el que estás en falta ¿Por qué? Puedes estar siendo víctima de una manipulación psicológica, de lo que también puede ser abuso emocional. Y puede que tenga alguna de estas formas:
– ‘Hacer luz de gas’: “Pero si te lo he dicho… esto ya lo sabías.” Y tú sabes perfectamente que lo que sucede es nuevo y no se ha hablado antes, incluso parece que es mentira. Pero el otro te hace dudar, te asegura con toda la calma que tú no estás bien, que estás loco, que pierdes facultades. Es una forma de abuso si se hace repetidamente, aunque a veces puede ser tan sutil que incluso creas que has sido tú mismo el que estás poniéndote mal.
– ‘Silencio’: No hay mejor desprecio que no hacer aprecio. Las palabras pueden herir, pero los silencios también. Retirar la palabra a alguien es una forma de agresividad muy perjudicial que pone a prueba al que puede no soportar la tensión y acaba disculpándose no sabe muy bien por qué.
– ‘Proyección’: En realidad es el otro el que está haciendo o sintiendo algo negativo, pero acabas siendo tú el culpable. Y te acabas preguntando ¿cómo hemos llegado a esto?
– ‘Intimidación encubierta’: O el clásico ‘tú mismo, pero es la última oportunidad’. No hay un ataque directo porque ‘tú verás lo que haces’. Percibes que te amenazan pero te pasan la pelota a tu tejado. Puede que pienses ‘si a mí ni me importa, no es cosa mía’, pero te ves forzado a decidir algo.
– ‘Victimismo’: De repente el malo de la película eres tú. Quizá la discusión o el problema era planteamiento del otro pero te acabas sintiendo culpable y el otro, pobrecito, el agredido. Aunque no sepas ni por qué en realidad.
Librarse de estás formas de agresión es complicado porque puede ser muy sutil. Para vivir relaciones sanas, hay que librarse de ellas y ser consciente de los juegos en los que estamos implicados. Y sobretodo preguntarte ¿a qué quieres jugar tú?
Una pareja me explicaba que el otro día estuvieron discutiendo. Y se dejaron de hablar durante un rato, y lo paradójico es que esto sucedió durante una relación sexual (que no acabó en tal)
Cuando les pregunté por los detalles, cada uno culpaba al otro que no estaba haciendo nada para mejorar la relación, que el otro /a de forma consciente le hizo daño, en rasgos generales me explicaron que el “otro/a fue un desconsiderado/a, un/a egoísta, se burló de él. Siempre va a su ritmo…” Había enfado y resentimiento en el ambiente.
En este punto le pedí que explicaran cada uno de ellos la escena, pero en primera persona, y que entraran en los detalles de cómo se habían sentido, y que estaban pensado. El otro miembro de la pareja tenía ahora el rol de escuchar, posteriormente cambiarían sus turnos.
Ella empezó diciendo que estaban en la ducha juntos y ella quiso hacer un movimiento de acercarse a él para tener un rato de conexión, intimidad y sexo. Se puso de espaldas a él, se acercó el máximo posible a su pecho y empezó a frotarse. Como en muchas otras ocasiones. Empezaron a moverse, y percibió que él ya iba a penetrarla, pero ella pensó que necesitaba más tiempo y quería jugar un rato más. Se giró de golpe, le cogió la mano y le dijo que “tenía otras rutas para tocar”. Él retiro la mano. Ella se sintió rechazada, ignorada. Se giró de espaldas muy enfadada.
Él explicó que hacía días que tenía ganas de sentirse cerca de ella, y cuando ella se acercó percibió que a ella le apetecía. Se excitó y se apretó contra su amante, creyó que ella estaba muy excitada y acercó aun más su pene a su mujer, para seguir jugando un rato más. Cuando ella se giró de golpe, le cogió la mano, se la puso en el pecho y le dijo “te voy a enseñar nuevas rutas”, le ofendió porque creyó que se estaba burlando de él. Al girarse de espaldas su pareja, le puso una mano en la cintura para intentar seguir conectados, pero ella no le devolvió el abrazo y le molestó.
Cuando se escuchan las dos partes de una historia puedes ver que ambas son responsables de la situación, que ninguno tiene la “razón” sino que cada uno se mueve en sus interpretaciones (o malas interpretaciones) y siente según éstas, por lo que su conducta va en coherencia. Cuando ambos miembros de la pareja pudieron entender el significado de la conducta del otro, y la emoción que motivó a ésta, pudieron ponerse en la piel del otro, Desapareció el enfado y fueron conscientes que cada uno hace lo que puede para conectar con la pareja y para cuidarse a la vez.
Es interesante que en diversos contextos las mujeres reaccionan y les afecta ante la sensación y miedo al rechazo y los hombres sienten miedo a la vergüenza, a no saber cumplir, a fracasar. NO quiero decir que todos los hombre so mujeres reacciones igual ante las mismas cosas. Como siempre va a depender de su historia personal, de sus recursos, de sus aprendizajes….
Reflexión:
¡Cuántas veces un intento de acercarse al otro/a acabo en una sensación de frustración y decepción! Y muchas de ellas es por no entender al otro
Creo que puede ser muy útil interiorizar que tu interpretación no es la realidad. Vale más la pena y lleva a menores discusiones preguntar al otro “¿qué quieres decir con esto?”
Otro aspecto a tener en cuenta, es pensar que tu pareja no es el enemigo, posiblemente su conducta (sea más acertada o menos) posiblemente es la forma que tiene para “conectar” contigo con sus recursos
Otro aspecto que puede ser útil en una discusión es hablar en primera persona, de tus emociones y la conducta que no te ha gustado. Quizá sea más fácil llegar a entenderse.
La confianza y la fe no son la misma cosa. La fe no es un término muy actual, y por eso puede que se haya mezclado. Cuando decidimos ‘creer’ en alguien, no necesitamos que sea una creencia ciega, debe tener fundamentos, es decir confianza. Pero eso no significa que sea perfecta, porque nada lo es. A veces la confianza se rompe porque suceden cosas que no sabemos manejar adecuadamente y decepcionamos a personas cercanas. Pasa sobretodo con las parejas, y a menudo se confunden sentimientos a la hora de poder establecer una relación sana que hoy quería remarcar:
No hay celos ‘normales’, todos los celos son negativos y muestra de desconfianza.
No hay posesión ‘normal’, nadie es propiedad de nadie. Por lo tanto nadie tiene que cambiar o ajustarse a las necesidades y rutinas de otro.
No hay infidelidades ‘normales’ cuando el otro no se entera. Si esto pasa es que hay algo que no funciona bien.
La confianza tiene un precio, pero no es un fondo eterno sin rentabilidad.
Sino confías, no pasa nada, rompe. No estás obligado a perdonar ni tampoco a permanecer.
No es una cuestión de fe pero si de coherencia. Cada persona es diferente y puede tener sus raseros para decidir que es grave y que no para confiar y dejar de confiar en alguien. En eso tiene que ponerse de acuerdo con la persona que comparte su vida. Aun así hay que recordar que es algo propio y personal, no es culpa del otro. Cada uno tenemos que hacernos responsables de nuestros actos y de sus consecuencias, no son responsabilidad de nada ni de nadie más.
El amor es fuente de infelicidad para algunos y de felicidad parar otros. Con el tiempo, las vivencias, los fracasos y los aciertos deberían ir ayudándonos a madurar y a elegir bien, dependiendo de cómo se hayan asimilado todas las experiencias que nos toca vivir. Pero no siempre es así. El amor lleva tiempo. No es un sentimiento fácil para nadie.
Qué condiciones debe cumplir una pareja para que se considere estable?
Según Antoni Bolinches, en su libro “Amor al segundo intento” explica las cuatro patas de la pareja estable:
1.- Buen acoplamiento sexual: una pareja no puede vivir sólo del sexo, pero tampoco sin él. Un consejo para una vida sexual satisfactoria: propón a tu pareja hacer todo lo que quieras, no hagas nada que no quieras y hazlo siempre desde el deseo previo y de acuerdo con tu escala de valores.
2.- Caracteres compatibles: Existe compatibilidad en la pareja cuando las dos personas se comunican de forma fácil, una entiende lo que la otra quiere decir y se establece un diálogo adecuado aún cuando no se compartan todos los puntos de vista.
3.- Escala de valores similares: Las personas que son opuestas terminan mal. Las personas que son semejantes, pueden llegar a acuerdos sobre lo fundamental: tener visiones del mundo similares, no opuestas, contribuye a una buena relación. Coincidir en nuestra manera de pensar y de sentir en lo básico.
4.- Proyecto de vida convergente: algunas parejas se acaban rompiendo por no explicitar los proyectos de vida que cada uno tiene. Si queremos tener una vida en común, es importante coincidir en objetivos de futuro, “hacia dónde vamos”.
Cuáles son las principales dificultades que debe superar una pareja estable?
La dificultad principal radica en que la convivencia, necesaria para poner a prueba la compatibilidad, está sujeta al efecto negativo de la matemática de los sentimientos:
por un lado la ley de habituación, es decir, las cosas buenas del otro pierden intensidad porque nos acostumbramos y por lo tanto, con el paso del tiempo, lo bueno es menos bueno.
Y por otro lado la ley de saturación que actúa sobre las malas: con el tiempo lo malo es peor.
Qué actitud debemos adoptar si queremos mantenernos en una pareja estable?
Aunque el amor armónico no sea un objetivo fácil de asumir, es importante comprender que necesita de tiempo, trabajo y paciencia, tal y como nos ilustra Erich Fromm en esta cita:
“El amor no es algo natural: el amor es un arte. Y como todo arte, requiere disciplina, concentración, paciencia, fe y la superación del narcisismo. El amor no es un sentimiento, es una práctica” Erich Fromm
“Si me quieres aceptaras todo lo que te diga y todo lo que te haga”
El otro dia escuchaba en terapia a los familiares de una mujer de 41 años. Estos estaban preocupados por su hija y no sabían qué podían hacer.
La joven está con un hombre desde hace seis años. Es el segundo matrimonio de ella, con el primero tuvo dos hijas, ahora adolescentes.
Su actual marido desde el inicio alquiló su piso y fue a vivir al piso de ella. Desde que entró en la casa quiso “educar en la disciplina a las niñas”; con castigos, amenazas, chillidos, insultos. Diciéndoles a todos que lo hacía por el bien de ellas. La mujer como estaba encantada con él le cedió “el poder” de la crianza. Ahora, comentaba la familia que su actitud hostil también se dirigía hacia ella. Le dijo el otro día “quiero que me demuestres y amor.voy a dejar de pagar la hipoteca, y no pagaré nada más en esta casa. Si ahora me dejas me demostrarás que estabas conmigo por mi dinero” .
Uffff!!!! Vaya frase bomba, es un mensaje cargado de violencia, de acoso, de chantaje emocional, donde se quiere establecer una relación de jerarquía, de poder, es un examen con trampa (porque hagas lo que hagas sufrirás las consecuencias negativas).
Voy a escribirlo en mayúsculas EL MATRIMONIO NO NECESITA EXAMENES DE AMOR. NINGUNA RELACIÓN SANA LAS NECESITA. En el amor no es necesario el poder, ni los chantajes, tampoco ridiculizar, acosar, insultar, mucho menos la violencia ni física ni emocional.
La familia me explica que este “hecho” es uno más de los que él le ha ido enviando y haciendo a ella y a las niñas durante estos años.
Este fin de semana, después del mensaje bomba, ella y las chicas deciden ir al pueblo sin él. Sus padres y hermano quisieron hacerle ver que esto no es amor, que el miedo no puede ser una emoción que pueda aparecer en una relación. Ella parecía que había “entendido” el mensaje después de muchas lagrimas, pero como suele pasar en estos casos de dependencia emocional, con parejas que a veces utilizan conductas con carga violenta (que no tiene porque ser física), en el momento que ella le hace explicito que quiere romper la relación, él vuelve a sacar su faceta encantadora (aquella de la que ella se enamoró) y vuelve a perdonarle, vuelve a darle otra oportunidad (la familia dice que han perdido la cuenta de cuantas van). Me comenta la familia como nueva anécdota que este hombre le dijo a una de las hijas de 15 años como carta para demostrar a la madre que quiere mejorar ; “siento haberme metido en medio de una de vuestras discusiones, entre tu madre y tu, pero no me arrepiento de haberte tirado el móvil por la ventana“(¿esto no es una conducta violenta con todas sus letras? Vuelvo a repetir ¡ufff, ufff, ufff!. Los padres están totalmente sorprendidos que su hija no vea esto.
Y con esto no quiero decir que no crea en el cambio. Me dedico a él. Pero para que la gente haga cosas diferentes, es necesario hacer cosas diferentes, ser conscientes que tienen un problema, solicitar ayuda y trabajar para el cambio. Yo he podido ser testigo de personas que han cambiado su forma de vida “Violenta” por otra forma de relacionarse más sana para ellos y los que le rodean.
En estos casos la familia suele sufrir mucho, se siente muy impotente, , ya que ven la situación de peligrosidad, pero no pueden hacer nada al respeto, recomienda que le sigan apoyando, ayudando. Hasta que ella no vea con sus ojos, sienta con su cuerpo, no cambie creencias con su mente , es difícil ayudarlo a él.
En terapia me he encontrado muchas personas (tanto hombres como mujeres), que quieren liberarse de estas relaciones y aprender a quererse para conseguir estar en un futuro en una relación de amor sana. No es un camino fácil, pero he tenido el honor de ver que muchos de ellos lo han conseguido..
Si quieres aprender a vivir libre de cadenas puedes contactar conmigo.
Existen muchas parejas que, a pesar de hablar mucho, se comunican poco. Fue el caso de Carla y Joan (nombres ficticios en un caso real), que acudieron a consulta tras intentar de todas las maneras posibles solventar sus diferencias, llegando incluso a plantearse la separación. En este contexto acuden a consulta: distanciados, cansados, con pocas esperanzas de recuperar la pareja deciden agotar “el último cartucho” e iniciar una terapia de pareja que les ayude a estar bien juntos o separarse de forma civilizada.
Aunque no había un detonante concreto que explicase el inicio de sus problemas, todo parecía indicar que la relación había sufrido un deterioro progresivo por problemas de comunicación que generaba una tensión constante, llegando incluso a afectar la sexualidad (inexistente desde hacía meses). Cuando una pareja no encuentra la forma de acortar diferencias y estar bien es normal que el sexo se resienta, suele ser uno de los indicadores de que en la relación algo no está marchando.
Carla necesitaba la comprensión de Joan con sus problemas en el trabajo pero Joan, impotente por no poder ayudarla, reaccionaba quitándole importancia a su problema: Deja de llorar por tonterías!, lo que generaba má angustia en ella: No me entiendes! y más distanciamiento de él. Este es un típico ejemplo de circularidad negativa, donde la conducta de uno retroalimenta una conducta negativa en el otro y el malestar, en lugar de reducirse, se incrementa.
El proceso de esta pareja estuvo repleto de momentos muy emotivos e intensos. Fue una delicia observar como sesión tras sesión aprendían a respetarse y comprenderse, a comunicarse sin ataques ni desprecios, fueron redescubriéndose como pareja y como personas.
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Ene 29 2020
Superar una infidelidad
La infidelidad es una de las crisis más difíciles por las que puede atravesar una relación de pareja. Aunque el hecho en sí duela, el dolor más profundo se produce por el quebrantamiento de la confianza en el seno de la relación, que es uno de sus pilares fundamentales. Las características de la infidelidad, el tiempo de relación o la situación vital de los miembros de la pareja son indicadores a tener en cuenta en el daño percibido, pero lo más nuclear suele ser una sensación profunda de traición por parte de alguien en quien habíamos confiado y a quien habíamos abierto nuestro corazón.
El primer impacto trae consigo mucha confusión, rabia, frustración. Es posible que la persona que sufre la infidelidad tenga sentimientos encontrados y oscile entre la rabia por la injusticia percibida, tristeza por la pérdida de la relación de confianza tal y como la conocían y miedo a perder a la pareja por la que todavía se tienen sentimientos. Por su lado, la persona que ha cometido la infidelidad puede acarrear una gran culpa y tristeza. Es importante poder elaborar esos sentimientos y darnos permiso para transitarlos y expresarlos para poder procesar la experiencia y darle un significado, pero no utilizándolos como arma de arrojo, sino para poder comprender la experiencia única que este hecho supone para nosotros en este momento de nuestra vida.
A veces, tendemos a minimizar los sentimientos en un intento de superarlo “rápidamente”, de algún modo hacer borrón y cuenta nueva y olvidar lo sucedido para recuperar la relación. Sin embargo, negar o reprimir nuestras emociones no las elimina, sino que las aprisiona en nuestro interior, de donde pueden emerger en cualquier momento como un volcán en erupción o, en el peor de los casos, enquistarse en nuestro interior.
Otras veces lo que ocurre es que la rabia incontrolada nos lleva a castigar al otro, a movilizar su ansiedad, esperando tal vez que la deuda sea saldada con un daño equiparable al que sufrimos. Pero no es una deuda que se salde con el dolor del otro. Sólo nosotros mismos tenemos el poder de decisión sobre las facturas pendientes que albergamos en nuestro interior.
Así pues, el único camino es transitar y comprender este dolor, lo que ha supuesto para nosotros la experiencia y el impacto percibido en nuestro sentido del yo.
Paralelamente hay que generar espacios en la pareja para que ese dolor pueda ser expresado, desarrollado y compartido. Ante el campo devastado y árido que puede sucederse después de una infidelidad, un encuentro en que ambos puedan expresarse y escuchar con curiosidad, compasión y empatía el dolor del otro supone un pequeño brote verde que lucha por emerger de las grietas de ese terreno que se nos antoja impracticable.
LA CORRESPONSABILIDAD
En una pareja ambos somos corresponsables de las dinámicas de funcionamiento que establecemos y de los aspectos que acontecen en el seno de una relación con tanta carga emocional. Este aspecto es relevante en el proceso de superar una infidelidad, pues nos llevará a analizar conjuntamente el contexto en el que ha aparecido la crisis y poder dar un significado a esta para poder comprender y aprender de ello, además de ser una oportunidad para revisar aquellos aspectos disfuncionales de nuestra relación anterior a la infidelidad.
EL PERDÓN
Tras expresar y elaborar nuestros sentimientos y haber construido un significado sobre la situación llegamos al punto de la decisión sobre perdonarnos a nosotros mismos y/o al otro y muchas ideas preconcebidas sobre lo que supone perdonar pueden suponer una barrera en el proceso.
Perdonar no significa que no nos importe el daño que nos han hecho ni que eximamos al otro de la responsabilidad de sus acciones.
El perdón NO es sinónimo de olvido, sino permitir la reparación del dolor. El olvido no es algo que se pueda generar intencionadamente de forma directa, no funciona por ese mecanismo. Cada vez que pienso que quiero olvidar algo y me quedo rumiando sobre ello, paradójicamente estoy reforzando su recuerdo. Los pensamientos pueden venir a nuestra mente pero podemos elegir si sumergirnos en ellos o dejarlos marchar. Así, el comprometernos con el perdón, con la elección de liberarnos del resentimiento significa deliberada y conscientemente dejar marchar los pensamientos rumiativos y ser conscientes de que aunque los pensamientos o recuerdos aparezcan no somos sus esclavos y podemos elegir dejarlos marchar y decidir en qué queremos focalizar nuestra atención y energía.
Perdonar tampoco significa reconciliarse. Es posible que logremos romper las facturas pendientes y rehusemos al pago de la deuda, pero que después de andar el camino de autoconocimiento, significado y decisión que supone el camino del perdón, decidamos que no queremos retomar la relación donde se produjo la deuda. Así, aunque el perdón es necesario para la reconciliación, no es suficiente para ella.
LA (POSIBLE) RECONCILIACIÓN
En los casos en los que la pareja decide embarcarse en el proceso de reconciliación, la experiencia puede ser una oportunidad de reorganizar aspectos de la relación anterior y poder construir un vínculo más saludable y reforzado una vez se ha podido expresar y procesar las emociones difíciles y se ha abierto un espacio para la reparación. No es fácil, y supondrá un esfuerzo consciente e intencionado por parte de los miembros de la pareja por integrar lo sucedido en la historia de su relación sin negarlo pero también sin volver a ello constantemente e ir poco a poco reconstruyendo la confianza, evitando que el miedo a que vuelva a ocurrir nos lleve a los celos y el control.
Así, el perdón, es una decisión consciente y deliberada de liberarnos del sufrimiento. A priori nos puede parecer que sólo tiene beneficios para la persona perdonada, que de algún modo absuelta de su “pecado” pero la realidad es que el perdón nos permite a nosotros mismos liberarnos del resentimiento, el rencor, los deseos de venganza y un sinfín de reacciones emocionales que nos perjudican y que lejos de ayudarnos nos paralizan e invaden un espacio mental que podríamos estar invirtiendo en nuestro propio desarrollo y bienestar, decidamos permanecer o no en la relación.
By Mariona Xaubet • Sin categoría, Terapia de pareja • Tags: infidelidad, Pareja, perdón