A medida que envejecemos se van produciendo una serie de cambios positivos (que implican crecimiento o aprendizajes) y negativos (que implican declive). En el colectivo de la tercera edad, existe una elevada variabilidad en el envejecimiento que se ve condicionada por la trayectoria vital de cada uno. Esto dificulta poder delimitar la frontera entre un envejecimiento saludable, uno patológico y sus estadios intermedios.

Mi memoria falla, ¿cuándo debo preocuparme?

Los fallos de memoria es un tema que suele preocuparnos a medida que maduramos. Lo sorprendente es que tenemos fallos de memoria a lo largo de la vida pero cuando somos jóvenes no le damos mucha importancia y si lo justificamos es quitando hierro al asunto. En cambio, cuando vamos cumpliendo años, prestamos más atención a estos fallos de memoria y nos llevamos la impresión de que, con estos mismos fallos, tenemos más (ya que ahora sí los atendemos) y lo achacamos a la edad.

¿Cómo sé que mis fallos de memoria forman parte de un envejecimiento normal y no es un problema más grave?

Los fallos de memoria pueden tener diversos orígenes siendo una situación reversible o no.

Por ejemplo, con determinadas alteraciones del estado de ánimo pueden aparecer fallos de memoria. En estos casos, es interesante que acudamos a nuestra psicóloga de cabecera y nos ayude a abordar de forma más adecuada nuestras emociones básicas.

Según el tipo de situaciones que vivamos, podemos sentirnos inquietos o preocupados. Si estos fallos de memoria aumentan en frecuencia o en gravedad, debemos prestarle la atención debida sobretodo si afectan a nuestra capacidad de realizar de forma autónoma actividades como conducir un vehículo o ir a hacer la compra.

Cuando detectamos que tenemos dificultad en seguir haciendo nuestras actividades de la vida diaria, las actividades cotidianas del día a día o cuando vemos que necesitamos ayuda para seguir funcionando como lo hacíamos antes sin ella, entonces sí debemos detenernos y revisar qué sucede.

Puede ser complicado detectar esto en uno mismo, al principio los fallos de memoria pueden ser muy sutiles y puede llegar un punto en el que no seamos del todo conscientes, así que lo mejor es que consultemos con nuestra psicóloga, gerontóloga, psiquiatra o neurólogo acompañados de alguien de confianza que también pueda aportar información en la valoración del caso.

Rocío Gago

Psicóloga