Cuando vives la vida como si fuera un examen, estás la mayoría del tiempo en tensión, en sensación de juicio. Además de valorar lo que haces como “correcto vs incorrecto”, “lo he hecho bien vs lo hice mal”, “fracasé vs tuve éxito”. No hay posibilidad de relajarse, por el gran miedo o pánico a equivocarse.
La situación se complica cuando esperas que sea el otro el que te ponga la nota de «aprobado”.
En estos últimos días en terapia he conversado con varias personas, con las cuales la sensación de examen en su día a día estaba presente. Un hombre que se plantea como su objetivo que su mujer disfrute en el sexo, obteniendo como consecuencia no disfrutar él ,ya que su objetivo no está bajo su control, provocando tensión y a la larga bajo deseo sexual.
Una mujer que comparte conmigo que sufre, se cuestiona, se juzga y critica porque cree que no quiere a su pareja como “debería quererle”, agravándose más el sufrimiento y preocupación cuando él le dice “yo te quiero más que tú me quieres a mí”.
¿CÓMO HEMOS APRENDIDO A VIVIR LAS SITUACIONES DE ESTE MODO?
En algún momento de nuestra historia aprendimos (la mayoría de veces de una persona significativa para nosotros, como es el padre o la madre) que equivocarse está mal, o que lo que has hecho no es suficiente, que podías hacerlo mejor y las consecuencias han sido graves, como castigos (de diferentes grados), comparaciones, humillaciones o en algunos casos hasta retirada de amor.
Quiero acabar con una conversación que tuve con un chico en terapia cuando hablábamos que si estás en una situación en modo “examen” no puedes disfrutarla. En ese momento él me comenta que tiene una experiencia en la que un examen lo disfrutó.
Y me explica:
“Cuando estaba sacándome el carnet de conducir, en un momento un alumno preguntaba mucho sobre el examen y tenía serias dudas, y al final el profe, el día antes del examen nos soltó el discursillo: «No se lo tomen como un examen de colegio a aprobar o suspender sino, una oportunidad para demostrar que tiene los conocimientos suficientes para sacarse el carnet de conducir”.
Cuando subió a examen estaba relajado, confiaba en sí mismo y estaba conectado con sus recursos y APROBÓ (ojalá todos los padres, examinadores, docentes y profesores nos enviaran estos mensajes tan cargados de positividad y confianza en el otro).
DAR UN SIGNIFICADO DISTINTO AL ERROR
Me gustaría dar otras opciones si quieres que tus hijos o personas que quieres puedan vivir el error como una oportunidad para crecer, que lo vean como lo que es, “simplemente esta vez no ha funcionado”, en vez de decir “lo haces mal” podríamos expresarlo diciendo “este experimento no me ha gustado o no te ha salido bien”.
El otro día me dijeron una frase que me gustó mucho “unas veces nos sale bien y otras veces aprendemos”. Si viviéramos el error como un ensayo, como un aprendizaje, como nueva información, creceríamos de una forma más sana, nos daríamos más permisos a experimentar, a vivir conectados a nuestros recursos, y a confiar en nosotros.