Mucha gente acude a terapia con la creencia de “la media naranja”. Sí, aquella parte que se supone que “te completa”, “tu otra mitad”. Es un mito que ha hecho mucho daño a la sociedad y refuerza la pérdida de identidad. Cuando llegan a terapia individual personas con demandas “quiero dejar a mi pareja, pero no puedo”, “estoy en una relación de dependencia”, “Quiero estar con él/ella, pero no estoy enamorad@”, se observa tanto la dinámica de pareja como la necesidad que tiene el paciente en mantener esa relación a pesar del alto precio que está pagando: mucho malestar.
Te preguntas, ¿qué necesidad básica está cubriendo esa persona que no se está cubriendo él mismo? ¿Qué miedo está depositando en su pareja? Muchas veces, acaba residiendo en el miedo a estar solo.
TRAS LA RUPTURA, ES HABITUAL ESCUCHAR EN TERAPIA INDIVIDUAL…
“Y ahora, ¿qué? ¿Cómo va a ser mi rutina sin pareja? ¿Cómo puedo aprender a estar solo después de una relación? Y si lo echo de menos, ¿Qué hago?”
En este caso, hay que aceptar que cuando hay una pérdida, tiene que haber un duelo.
Cuando una relación te hace sentir bien es maravilloso, pero hay veces que se pierde parte de la identidad individual. Al iniciarse un proceso de duelo tras una ruptura amorosa, hay gente que inmediatamente busca a otra pareja en vez de enfrentarse a la nueva y desconocida situación. De hecho, si se empieza una relación desde la necesidad o carencia afectiva, se acaba buscando que el prójimo te valide y se llegan a crear expectativas de la pareja a veces irreales, que generan frustración y pensamientos como “debería saberlo, necesito que me de esto o lo otro…”. Lo que se trabaja en terapia es que uno mismo pueda sanar su propia herida.
Sin embargo, el sentimiento de soledad es subjetivo. Es posible estar rodeado de gente y sentirte solo. Y también es posible aprender a estar solo sin sentirlo así. Por lo tanto, es importante tener claro que la soledad no es un hecho, sino un sentimiento.
Cabe destacar que desde que nacemos nos enseñan a vivir en sociedad, y podemos verlo en todas partes: en casa, en las películas, en la calle, etc. Seguro que alguna vez habéis escuchado a alguien decir “te vas a quedar para vestir santos”, “cuidado que no se quede solo” o “se va a quedar más solo que la una”. Incluso, a cierta edad existe aquella presión social por parte de familiares y amigos, que preguntan constantemente por alguna posible pareja. Esto desemboca en que se dé una visión negativa de la soledad y se fomentan las comparaciones entre la gente que te rodea. Hemos crecido con convencionalismos y prejuicios de la soledad y es difícil desvincularse. Pero la realidad, es que nadie nos enseña a estar solos.
¿CÓMO VENCER EL MIEDO A LA SOLEDAD?
– Descubre tu herida y trabájala.
-Observa la soledad como una oportunidad: para pensar en uno mismo, priorizarse, redescubrirse, sorprenderse, retomar viejas aficiones. Darte cuenta que puedes hacer lo que quieras.
– Recurrir a amigos o familiares, mantén la comunicación, sal de casa, retoma relaciones sociales y emprende nuevos retos.
– Valórate y sé consciente de ello.
– No reprimir las emociones ni pretender estar bien siempre, sino dejar pasar las emociones y aceptarlas.
– Trabajar en la autoestima: no solo para fiarte más de tu propio criterio, sino también para sentirte más independiente, libre.
Si ves que tienes dificultades en el proceso, en Dendros ofrecemos terapia individual para que puedas trabajarlo.
Y tú, ¿sabes disfrutar de la soledad?
¡Cuéntanos!
Elena Rottier
Psicóloga